Para tener buena salud, jamás debemos abandonarnos a la suerte, antes hemos de ser auténticos buscadores, cuando menos para poder crecer, aprendiendo y reprendiéndonos a la vez, pues siempre somos responsables de lo que nos sucede. Por eso, no hay que desfallecer en esa lucha diaria de cada aurora, fuente de inspiración y de compromiso renovado permanente, para restablecer esa cohesión social de la que estamos tan necesitados por todos los continentes, y que nos exige un gran esfuerzo apaciguador entre los moradores.
De ahí, lo importante que son las garantes gobernanzas, consideradas con todo ser naciente y respetuosas con los derechos humanos, pues su disfrute no está sujeto a cambios en el control del territorio o de la autoridad de ese momento, sino que debe nacer de un diálogo sincero e inclusivo, con el fin de abordar los problemas que surjan para poder entendernos y atendernos unos a otros. Desde luego, necesitamos que el verídico soplo del aire se adentre en nuestro corazón, encienda nuestra mente y nos haga más humanos.
Uno es para siempre responsable de su exploración humana y social, sobre todo para priorizar el “ser” sobre el “tener”, o el “servir” sobre el “servirse”; en un mundo cada día más globalizado, que debe de cuidar los valores de las diferentes naciones y grupos étnicos, de manera que todo contribuya en un desvelo cooperante de la familia humana. Indudablemente, nuestro afán de búsqueda no puede deshumanizarse, requiere de los diversos talantes y talentos, que han de confluir en un efectivo intercambio de dones, que es lo que en realidad nos hace avanzar y contemplar el día en todo su esplendor. Estamos llamados, por consiguiente, a saber interactuar con responsabilidad y respeto en la relación.