La información compartida por el Fondo Monetario Internacional (FMI), de que la economía mundial crecerá menos de lo esperado este año, obligará a los gobiernos de todos los países a hacer ajustes necesarios en sus políticas fiscales y financieras.
El FMI ha explicado que estas proyecciones tienen su razón de ser en que las economías más robustas a escala mundial, como la de Estados Unidos y China, presentan un panorama ensombrecido en términos de crecimiento.
La consecuencia más directa de este escenario para economías dependientes como la nuestra, es un posible aumento en los precios de productos de consumo básico.
El presidente Luis Abinader dijo el pasado jueves que República Dominicana tiene en marcha un plan dirigido a afrontar los niveles inflacionarios que se puedan desprender de este escenario, que no deja de ser preocupante y en cierto modo incierto.
Aunque no queda claro si contempla fortalecer sus políticas de asistencia social focalizada en sectores sociales más vulnerables, el Gobierno sí garantizó que en nuestro país no habrá problemas de desabastecimiento de alimentos, como ocurre en otras naciones.
En medio de esta situación, es menester, sin embargo, que las autoridades se avoquen a mantener el programa de protección e incentivo a la producción nacional, y fijar la mirada en aquellos estratos sociales de menos ingresos económicos, para que al menos no falte un plato de comida en cada mesa.
La buena noticia es que el Gobierno garantiza que no habrá situaciones derivadas de la escasez alimentaria, un optimismo que sustenta en las medidas encaminadas a combatir la inflación importada. Confiamos en que así será.