Rincón histórico: Cosas de la misa
Era un sacerdote que solo tendrÃa el tamaño de aquel, pero era más viejo, robusto, si asà se le puede llamar a la acumulación de carne macilenta, y al paso lento forzado por los años. Bueno pensó Trujillo, de ese incidente no se acordarÃa el cura, era natural que se le olvidara; sin embargo el cura padre Montás, tenÃa su gente a quien le contarÃa la historia, con el suboficial, como el que escribe que te la está contando, aunque obviará decir el nombre del oficial para preservar el cuero pellejudo. Más, ambos recibieron el flash de los acontecimientos del pasado, y el recibidor percibió la luz mental envuelta en el confuso néctar del licor tomado la noche antes, y el dador de misericordias, no habÃa ingerido la substancia del vino, su sobriedad le permitió, recordar perfectamente las groserÃas del suboficial; se miraron y sus ojos reflejaron en sus conciencias introspectivas las circunstancias luminosas de esos instantes, luego, se dispusieron a cumplir sus obligaciones, diciendo el sacerdote: â??Padre Nuestro que está en el Cieloâ?.
Terminados los oficios religiosos el generalÃsimo Trujillo, se dirigió a la casa de su amigo Oscar Valdez, donde después de saludarlo le expuso sus deseos de adquirir una porción de terreno para sembrarlos de cañas de azúcar, y esperaba que sus buenos oficios lograran el cumplimiento de que sus deseos se hicieran realidad. Don Oscar Valdez un viejo zorro, que fue carretero y sembrador de cañas de azúcar como ajustero, en los predios del SeÃbo, Guaymate e Higueral, donde conoció a Trujillo, cuando este era mayordomo de la finca del padre de Félix W. Bernardino, quien fuera indultado por Trujillo, en ocasión de haber dado muerte a un hombre en El SeÃbo.]]>