La Primavera Bolivariana no es solo un movimiento político, es el latido ardiente de un país que se niega a postrarse ante la tiranía y la opresión. Es la reivindicación de la memoria de aquellos que lucharon por la independencia y la justicia en tiempos no muy lejanos, y la promesa de un futuro donde la libertad sea el pilar sobre el que se erige la sociedad.
La lucha por la libertad de Venezuela no será una batalla fácil, ni estará exenta de sacrificios y riesgos. Pero es una cruzada que se libra con el alma enardecida y los corazones palpitando al unísono por un ideal común. Es un compromiso con las generaciones pasadas y un legado para las generaciones futuras, para que la llama de la libertad nunca se extinga en las llanuras de la injusticia y la opresión.
Es en este instante crucial, en este insomnio de sueños y desafíos, que “la Primavera Bolivariana” reclama su espacio en la historia, como un puño alzado a la valentía y la esperanza en medio de la tormenta.
La lucha por la libertad de Venezuela no tiene marcha atrás, es un viaje que no tendrá retorno, avanzando con firmeza con lágrimas y sacrificio de vidas hacia un horizonte de dignidad y justicia que solo se alcanzará con el coraje y la determinación de un pueblo que anhela la libertad, tal como lo hizo alguna vez Simón Bolívar.
La comunidad internacional no puede dejar al pueblo venezolano solo en esta hora de lucha, angustia y desacierto, en este momento donde María Corina Machado ha preferido seguir en la tierra del libertador desde la clandestinidad, el camino de la lucha, en lugar de irse corriendo por miedo, exiliada a Costa Rica.
Esta mujer de hierro incorruptible se la está jugando cada día por su pueblo, no puede el mundo que ama la democracia dejarla sola luchando contra el monstruo de Maduro y sus militares ligados al narco dictadura. La única fórmula conocida para sacar a un dictador sanguinario es tomar las calles, los aeropuertos de forma pacífica pero constante; al régimen no se le puede dar tregua.
Pedirle que presente las actas al régimen dictatorial es regalarle tiempo para que, al igual que falsificó los resultados electorales, falsifique también las actas y coaccione a los delegados con amenazas para que las firmen. ¡Márchese ya, señor Maduro, deje a Venezuela en paz!