LA ROMANA. El nuevo mercado municipal de La Romana fue inaugurado en el año 1996, luego de ser trasladado del centro de la ciudad donde operaba anteriormente, debido a que ya no cumplía con las condiciones de salubridad y espacio necesarias. En vista de estas y otras situaciones, se reubicó en el lugar actual donde opera en la actualidad.
No existe palabra alguna para describir las condiciones en que se encuentra el mercado municipal; compararlo con una pocilga parece exagerado, pero en realidad, la comparación queda por debajo de la realidad. En ese sentido, comerciantes y clientes no encuentran la forma de exigir a las autoridades responsables del mantenimiento del mercado municipal que acudan en su pronto auxilio.
La insalubridad, el desorden y el caos, incluyendo la basura, las moscas, la falta de iluminación, la vigilancia policial permanente, el desorden en el tránsito y el mal olor de las aguas estancadas, debido a que las polleras las vierten en los contenes y cloacas con aguas negras colapsadas, ponen en riesgo la salud de todos los que convergen allí.
El vendedor Miguel Antonio del Rosario tiene toda una vida ligada al comercio en el mercado municipal. Asegura que desde la edad de 7 años, acompañaba a su padre cuando el mercado operaba en el centro de la ciudad, y que luego se trasladó al nuevo mercado, vendiendo cualquier producto de temporada. Del Rosario afirma que nunca había visto tanto desorden y falta de higiene como ahora, y asegura que esta situación está provocando que sus ventas hayan bajado debido a la insalubridad desbordada.
Además, afirma que si la administración del mercado tuviera más control en las puertas de entrada y salida, podría cobrar a cada vehículo que ingrese al mercado, como hacen en Santo Domingo, y utilizar ese dinero para contratar más personal de limpieza con mejores sueldos. También propone retomar los pabellones abandonados desde hace varios años para uso de los mercaderes.
En el mismo orden se pronunciaron el joven Franklin y un caballero que no reveló su nombre, quienes son vendedores de piñas y aseguraron que en el día que se tomaron las fotos, el mercado estaba limpio, ya que en días normales la basura llega hasta sus puestos de trabajo, por lo que tienen que tomar escobas y hacer lo que pueden para sobrevivir. «La gente viene porque está obligada y no tiene otro lugar donde ir.
Nosotros, los mercaderos, nos tratan como perros. Hay días que aquí no se puede estar por el mal olor, pero ¿qué podemos hacer? Hay que aguantarlo, ya estamos acostumbrados a eso», afirmó el joven comerciante. Resaltaron que varias autoridades, tanto del Ayuntamiento como de la Gobernación, han visitado el mercado y les han prometido solucionar la deplorable situación; sin embargo, todo sigue empeorando. Por lo tanto, esta difícil tarea quedará pendiente de enfrentar para el nuevo alcalde Eduardo Kery Metivier, con ayuda del Gobierno.