viernes, noviembre 22, 2024
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ALGO MÁS QUE PALABRAS

Esclavitud moderna y cambio climático; El compromiso de toda la ciudadanía

Todo está supeditado a nosotros y al ahora, lo que nos exige ser guardianes en todo momento o situación. Por eso, nuestra principal tarea por este mundo es la de ser cuidadores, ya no sólo de uno mismo, también de lo que nos rodea.

En consecuencia, ante esta realidad que a veces no queremos ver, la peor de las actitudes es la indiferencia. Vivir no es esto, es la atención mostrada y la diligencia en escuchar, para socializarse humanamente y poder hermanarse. Tan solo, de este modo, podemos dejar de maltratarnos y ser poesía.

Claro está, para ello, hemos de despojarnos de este poder inhumano que nos deshumaniza por completo y enhebrar otros abecedarios más del alma que del cuerpo. Para empezar, tampoco me gusta esta atmósfera de absurdas dominaciones que te impide decidir tu propio camino, que te arrincona en la desocupación, restándote la libertad humana de elección. Desde luego, todo este clima de inseguridades es un verdadero tomento.

Naturalmente, en demasiadas ocasiones, no sabemos qué hacer con nuestra vida. Sólo hay que ver las estadísticas del suicidio, el ambiente de las adicciones o el mismo aburrimiento que despide nuestra mirada, para tomar otros vientos y cuidar de nuestro propio espíritu humanitario. Indudablemente, la ciudadanía en su conjunto, tiene que despertar. Por cierto, según recientes estimaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el trabajo forzoso y el matrimonio forzado han aumentado considerablemente en los últimos tiempos.

El aluvión de amenazas, violencia, coerción, engaño o abuso de poder, es tan fuerte e impactante como la velocidad a la que se está derritiendo el hielo en la Antártida, tres veces más rápido que a principios de la década de 1990, lo que nos demanda acción por parte de todos. Asimismo, como efecto del deshielo de las capas marinas, se produce el aumento del nivel del mar, lo que pone directamente en peligro la existencia y los medios de subsistencia en todo el planeta.

Junto a este caos, también cohabita entre nosotros, el oleaje de crueldades sembradas que nos están impidiendo generar vínculos, hacer genealogía, porque sus simientes son de odio. Urge, sin demora, salir de esta barbarie. Para ello se nos otorgó una conciencia, que ha de ponernos en situación de enmendar panoramas y de corregir estos fenómenos de explotación de la gente o ambientales. Las guerras, mal que nos pese, son igualmente elemento de desequilibrio ecológico y de incultura manifiesta.