PUNTA CANA, RD. Ante el agravamiento de las inundaciones urbanas, las ciudades chinas están desarrollando lo que se denomina «ciudades esponja». En lugar de depender de la «infraestructura gris» de diques, tuberías, presas y canales, las «ciudades esponja” permiten que las zonas urbanas absorban el agua en épocas de mucha lluvia y la liberen en tiempos de sequía.
Estos conceptos podrían utilizarse en ciudades de todo el mundo para combatir las inundaciones, absorber el dióxido de carbono, aumentar la vida animal y vegetal, y ampliar los espacios verdes. Según Kongjian Yu, decano de la facultad de arquitectura de la Universidad de Pekín y pionero en la investigación de las «ciudades esponja”, el enfoque actual de construir grandes barreras de hormigón y cubrir todas las superficies permeables está condenado al fracaso y que, en su lugar, las ciudades deberían adoptar soluciones basadas en la naturaleza para las inundaciones.
En 2013, las propuestas de Yu fueron adoptadas por el Gobierno central chino y el plan se implementó en 30 ciudades. Tras el éxito de las pruebas, las ciudades están ahora obligadas a construir elementos de «ciudad esponja”, y las autoridades esperan convertir el 80 por ciento de las zonas urbanas en «esponjas” para 2030.
El principio básico de las denominadas ciudades esponja es dar al agua suficiente espacio y tiempo para que drene en el suelo donde cae, en lugar de canalizarla lo más rápido posible y depositarla en enormes presas. En lugar de construir canales de agua de flujo rápido, las «ciudades esponja” reducen la velocidad del agua en arroyos serpenteantes sin muros de hormigón y con espacio para esparcirse en caso de fuertes inundaciones.
La sustitución de las infraestructuras de hormigón puede acabar salvando vidas, explica el académico Yu. «No solo en China, sino también en Estados Unidos, se ve que presas rotas matan a una gran cantidad de personas. Incluso si se tiene un sistema más grande, un sistema de tuberías mucho más grueso y resistente, seguirá fallando después de 10 años o, incluso, después de un año. No es una solución adaptable, es una lucha contra la naturaleza», asegura.