PUNTA CANA, RD. Según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), aproximadamente una de cada ocho personas en el mundo enfrenta desafíos relacionados con la salud mental. A pesar del creciente uso de medicamentos para abordar estos problemas, los expertos advierten sobre la creciente tendencia de interrumpir abruptamente el tratamiento, una práctica que se ha vuelto sorprendentemente común.
Muchos individuos caen en esta trampa al sentirse bien, asumiendo que el problema está resuelto y deciden suspender el uso de medicamentos para la ansiedad y la depresión. Sin embargo, este acto puede desencadenar síntomas como náuseas, cansancio, mareos y una sensación de «cabeza liviana», ya que la interrupción afecta las señales químicas cerebrales.
Un estudio reciente revela que más del 50% de las personas que intentan dejar los antidepresivos experimentan síntomas adversos, y casi la mitad los describe como graves. Este fenómeno, conocido como «síndrome de abstinencia», puede ser provocado no solo por la interrupción de antidepresivos, sino también por ansiolíticos, hipnóticos, antipsicóticos y otros medicamentos utilizados para tratar diversas condiciones.
El psiquiatra Elson Asevedo, director técnico del Centro de Atención Integral a la Salud Mental de la Universidad Federal de Sao Paulo, destaca que los pacientes que dejan abruptamente un fármaco pueden responder más lentamente o resistirse a retomar el tratamiento, a veces requiriendo ajustes en la dosis o cambios en la medicación.