VERÓN. La apreciación de los bosques como productores de leña y madera ha limitado el valor real de los bosques nativos en otros ítems, lo que, junto con las políticas económicas productivistas, ha propiciado el crecimiento del sector forestal. La consecuencia de lo anterior ha sido una creciente pérdida y degradación de amplias áreas de bosque nativo, que fue suplantado por especies de rápido crecimiento, aumentando los impactos ambientales y sociales negativos en estos sistemas.
Los Bosques, como biomas terrestres de una región, son unas de las mayores riquezas con las que ésta cuenta porque proporcionan servicios ecosistémicos, es decir, beneficios (económicos, sociales y ambientales), que recibe el hombre/mujer y que provienen de forma directa o indirecta de distintos elementos de la naturaleza.
De esta manera, los bosques nativos nos proveen de servicios ecosistémicos de aprovisionamiento, como alimento, madera y agua; servicios de regulación, como por ejemplo del clima; servicios culturales como pueden ser los turísticos, recreacionales y/o espirituales; y servicios de soporte tales como el ciclo de nutrientes, que mantienen las condiciones de vida sobre la tierra.
Los servicios provistos por los bosques tal vez menos apreciados y acreditados por la sociedad, pero no por ello menos importantes, son los servicios de regulación, que pueden incluir: los flujos de agua y nutrientes, el ciclo de la materia orgánica, la purificación y filtración del agua, estabilización de suelos y del clima local, la captación de carbono, entre otros.
En este sentido, durante el crecimiento de los bosques nativos se puede indicar la retención de carbono proveniente de la atmósfera que puede quedar almacenado en sus fustes, hojas y en el suelo. Ha sido indicado que esta acumulación de carbono reduce la tasa de dióxido de carbono (CO2) que se encuentra en la atmósfera, mejorando así la mitigación de los gases de efecto invernadero, permitiendo aumentar la moderación del cambio climático a nivel local y regional.
Los ecosistemas forestales también juegan un papel muy importante en la regulación del impacto que producen las fuertes lluvias porque retienen tres veces más agua que un suelo desmontado, evitando así las inundaciones y la erosión del suelo por escorrentía. Los bosques favorecen la recarga de los acuíferos y protegen las cuencas hídricas porque regulan los caudales máximos, mínimos y agua total, reduciendo los sedimentos en las aguas superficiales (ríos, lagos, lagunas) y en los embalses.
Potencialmente importantes, pero evaluados en menor medida, son los denominados «servicios de soporte«, que aseguran el ciclo de nutrientes, la conservación de la biodiversidad de flora y fauna nativa, incluidas la diversidad de especies y la diversidad genética. Los bosques, especialmente los tropicales, cumplen un papel muy importante en la conservación y mantenimiento de la biodiversidad. Brindan alimentos, hábitats, refugio contra predadores a un gran número de especies animales y vegetales. Son verdaderos bancos genéticos.
En igual medida se encuentran los servicios culturales, como son las actividades recreativas que contribuyen al bienestar humano (observación del paisaje, observación de flora y fauna, paseos, la experiencia espiritual, el senderismo, entre otras).