FRANCIA.- Cuando suben las temperaturas, es posible que la Torre crezca un poco. Se trata de un fenómeno físico natural llamado expansión térmica. El calor provoca un aumento de volumen que puede hacer que la torre Eiffel aumente unos centímetros. La expansión también hace que la Torre se incline ligeramente hacia el lado opuesto al sol. El sol solo «pega» en uno de los 4 lados de la Torre, creando así un desequilibrio con los otros 3 lados que permanecen estables, lo cual provoca que la Torre Eiffel se incline. Así, con la progresión del sol en el cielo, la parte superior de la Torre puede formar en un día soleado una curva más o menos circular de unos 15 centímetros de diámetro.
Por el contrario, cuando el clima se enfría en invierno, la contracción térmica de la estructura metálica está en marcha, lo cual también puede hacer que pierda algunos centímetros.
Hay que decir que estos cambios de estado son naturales e ínfimos, no ejercen ningún impacto en la solidez de la estructura y son absolutamente indetectables para los visitantes u observadores. Los vientos fuertes, en cambio, tienden a hacer que se tambalee o vibre un poco, sin ningún peligro para su estructura.
Gracias a los ingenieros de la empresa Eiffel, con 20 años de experiencia en el diseño de viaductos metálicos, la Torre fue realmente rediseñada (formas y bordes curvos) para que el viento le afectase lo menos posible. Por supuesto, el peligro de tormenta para el público y el personal nos incita, como medida de seguridad, a cerrar la cima de la Torre, o incluso la Torre entera, cuando la velocidad del viento supera determinados límites.