PUNTA CANA.- El desayuno no existió durante grandes etapas de la Historia. Los romanos no lo tomaban, puesto que creían que era más sano hacer sólo una comida al día. En la Edad Media, no se podía comer nada antes de la misa de la mañana. Se cree que la palabra desayuno se introdujo en esta época, puesto que literalmente significa “romper el ayuno” de la noche. Con la Revolución Industrial, los trabajadores necesitaban hacer una comida temprano para poder aguantar las jornadas en las fábricas. En ese punto, todas las clases sociales empezaron a comer antes de ir a trabajar. En el siglo XX, el estadounidense John Harvey Kellogg revoluciona el desayuno con la introducción de los cereales procesados.
Pero es en los años 20 y 30 cuando las autoridades comienzan a promocionar el desayuno como la comida más importante del día. Terminada la Segunda Guerra Mundial, llegan los grandes desayunos a los hogares británicos gracias a avances como las tostadoras, el pan de molde, el café instantáneo y la irrupción de una gran variedad de productos de bollería industrial.
Desde entonces, el desayuno forma parte de eso que conocemos como hábitos saludables, y en la mayoría de las casas se realiza diariamente. Lo ideal es tomarlo una hora después de despertar. Los que desayunan adecuadamente, tienen un mayor rendimiento físico e intelectual, mientras que las personas que no lo hacen aumentan las probabilidades de presentar obesidad.
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