LA ROMANA. El hogar de Ancianos Padre Abreu ubicado en el sector de Quisqueya en La Romana, es una organización fundada por el reverendo Padre Abreu, de la parroquia Santa
Rosa de Lima, en 1982 tiene 41 años brindando apoyo a aquellas personas que no tienen quien les ayude en su vejez.
El hogar brinda dormitorio, comida, medicina, aseos personales, psicología, juegos, arte y pintura, charlas, atención continua y sobre todo apoyo emocional y humano. El centro está a cargo de su directora, Silvana Toribio, en colaboración con las hermanas Elena Reynoso y sor Diana Arévalo, entre otras colaboradoras. Toribio precisa que el principal requisito para ser aceptado en el hogar para ancianos, es que sean personas de la calle, que no tengan familias.
Expresa, además, que hay un total de 53 adultos mayores, en lo que predomina el sexo masculino. Toribio pueden visitarlos antes de las 4:00 de la tarde.
Elena Reynoso añadió que la institución esta supervisada por el Concejo Nacional de la Persona Envejecientes (Conape), y la administración bajo la responsabilidad de la Congregación de las Hermanas de la Caridad el Cardenal Sancha, que se sustenta con la
ayuda del Estado, pero mayormente por el aporte que realizan algunas empresas y la comunidad.
Por su parte, sor Arévalo manifestó que el día de los ancianos en el hogar transcurre de forma tranquila, iniciando en la mañana con un desayuno, luego rezan el Santo Rosario.
Explicó que se entretienen con el juego de dominó. Ya próximo al mediodía, los envejecientes almuerzan y toman un receso, para posteriormente usar el resto de la tarde desarrollando actividades como pintura, y otros ven programas de entretenimientos y películas o se inclinan por lecturas de cuentos.
También, aquellos que se sienten en condiciones, toman un tiempo para caminar dentro del recinto. Las religiosas hacen un llamado a los hijos para que cuiden de sus padres, y que no los abandonen, porque son seres insustituibles.
Subrayan que el calor y amor que le puede ofrecer un hijo a sus padres no se lo puede dar ninguna organización, debido a que los sentimientos familiares brotan desde adentro.