Espíritu social y cuerpo alegre
Víctor Corcoba Herrero
corcoba@telefonica.net
Tras el eco de las festividades espirituales, con los habituales momentos de ocio y sin perder el realismo cotidiano, pero con un talante positivo y esperanzado, me nace el deseo de paralizar los temores y peligros para promover otros sueños, como puede ser el de unir las voces para entonar un pentagrama esperanzador nuevo, que nos lleve a escucharnos más y a oírnos mejor. Dejémonos descubrir internamente. Aprendamos a cohabitar, que no hay oscuridades para los itinerarios de corazón, como tampoco hay tristezas cuando sientes la mano tendida del análogo.
Renazcamos como especie que se entusiasma por salir de este poder mundano, corrupto y anestesiante, que nos lleva a una desolación verdaderamente cruel e inhumana. Hay que volver al tejido de la palabra, con su abecedario de diálogos sinceros, a revivir y a coordinar esfuerzos conjuntos para hacer patente un entorno laboral justo y seguro sin dejar a nadie en el camino; puesto que en esto consiste la justicia social y los estados sociales, democráticos y de derecho.
Desde luego, si queremos hacer familia y lograr una prosperidad compartida de hogar, crecimiento inclusivo y paz universal y duradera, primero tenemos que alcanzar el abrazo de la justicia social. Activemos este culto, abramos bien los ojos y los oídos, y sobre todo pongámonos en disposición de ayuda, porque nadie puede hacer nada por sí mismo. O se hace en unidad o el barco viviente se hunde en la estúpida necedad.
Despertemos y no desfallezcamos, hagámoslo con la claridad interior de la conciencia, fomentemos la voluntad de cambio con los rayos de la verdad, refugiémonos unos en otros con el sentido de solidaridad y el abecedario generoso de la sonrisa.
Hemos de volver al lenguaje de la entrega, a impulsar lo poético y no lo poderoso, a ser menos posesivos y más donantes, más armónicos y menos guerreros, más de todos y menos sí. De este modo, lograremos ser respetuosos entre sí, tomaremos como respiro los derechos humanos y los valores de las Naciones Unidas, y volverá a todos los rincones del planeta la ansiada concordia, bajo el silencio de un cuerpo alegre y consumado para ser poesía.