VERÓN.- SIBO son las siglas en inglés para “small intestine bacterial overgrowth” que significa sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado.
Este síndrome se describe por la anómala y excesiva presencia de bacterias en el intestino delgado que normalmente se encuentran en el intestino grueso; y se asocia a síntomas tales como: dispepsia, flatulencia, náuseas, hinchazón y dolor abdominal, fatiga, diarrea y estreñimiento.
En pacientes sanos, el intestino delgado proximal contiene cantidades relativamente pequeñas de bacterias debido a la acción del ácido gástrico, la válvula ileocecal, la acción de las enzimas pancreáticas y la motilidad del intestino delgado.
Tratamiento antibiótico: aún existe falta de evidencia, pero se recomiendan antibióticos de amplio espectro durante 2 semanas (amoxicilina, rifaximina, ciprofloxacina, etc.).
Para pacientes con alergias a los antibióticos o que no responden correctamente a las dosis óptimas de estos, los médicos pueden aconsejar una dieta elemental (fórmulas nutricionales donde los nutrientes están digeridos) de manera temporal para conseguir la remisión de SIBO.
Falta evidencia de la eficacia, la dosificación y seguridad de las hierbas medicinales con propiedades antibióticas como el aceite de menta.
Después de la remisión, SIBO puede reaparecer. Se sugieren algunas opciones para mantener la remisión: medicamentos promotores de la motilidad intestinal (puesto que la motilidad es un determinante del flujo y la estasis del intestino)
Una dieta baja en alimentos fermentables disminuye la probabilidad de sobrecrecimiento bacteriano por un ambiente menos favorable para ello. Por tanto, a nivel dietético, parece ser la opción más razonable para mantener la remisión de SIBO conseguida con la dieta.
SIBO suele ser una enfermedad secundaria a otra, y mientras no se elimine la causa, la reaparición de SIBO tiene una alta probabilidad. No obstante, muchas veces es imposible eliminar la causa primaria.
Aquí, entran en juego los probióticos, prebióticos y/o simbióticos con el objetivo de sustituir la microbiota “mala” por la “buena”. Un estudio reciente muestra que la suplementación con probióticos puede reducir el sobrecrecimiento bacteriano, reducir las concentraciones de hidrógeno y aliviar el dolor abdominal.