VERÓN.- El apio, de sabor intenso y aromático, es un vegetal de la familia de las umbelíferas o apiáceas, grupo al que también pertenecen el perejil, el hinojo, el comino o la zanahoria, entre otras. Es una hortaliza de invierno y se puede encontrar en el mercado en dos variedades: la blanca, de sabor más suave, y la verde, más refrescante, siendo ambas muy aromáticas.
El apio destaca más por sus propiedades saciantes y dietéticas que por su contenido en macronutrientes. Tiene un bajo contenido en calorías, aportando pocos hidratos y proteínas, si bien los primeros son de alta calidad y ofrecen una elevada cantidad de fibra.
Tiene vitaminas del grupo B y vitamina K, además de ser rico en ácido fólico. Los minerales con mayor presencia en su composición son el potasio y el magnesio, además de calcio, sodio y hierro, aunque en proporciones menores y es rico en nutrientes con efecto antioxidante como los polifenoles, taninos y flavonoides
La combinación de potasio, sodio y aceite esencial apiol hacen el apio un excelente diurético, al estimular la depuración del organismo y eliminar el ácido úrico, entre otras toxinas. También ayuda a eliminar los cálculos de riñón o de la vesícula.
Gracias a los efectos de la apigenina, el apio es ideal para prevenir la hipertensión arterial y otras enfermedades cardiovasculares. Los nutricionistas aconsejan sustituir la sal marina por sal de apio en la dieta de las personas hipertensas.
La alta concentración en fibra y agua que tiene el apio hace que el estómago se sacie, siendo ideal introducirlo en las dietas de pérdida de peso. Además, al consumirlo crudo requiere una masticación lenta y consciente, un pequeño cambio que mejora mucho la calidad de la alimentación, revitalizando nuestra vida.
Al ser rico en fibra favorece el proceso digestivo, especialmente el tránsito intestinal, previniendo el estreñimiento, la hinchazón abdominal y la aerofagia. También reduce la acidez y la secreción gástrica, ayudando a prevenir la úlcera estomacal.
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