Ramón Zorrilla /ramonzorrilla@gmail.com
Hoy luchamos contra un enemigo invisible, pero, definitivamente, no invencible. No es la primera vez que el mundo padece algo asÃ. Durante siglos el planeta padeció los embates de la viruela, una enfermedad que mataba al 30% de los que la padecÃa y dejada ciegos al 30% de los sobrevivientes, según Wikipedia. Solo para citar un dato, en 1967, diez años ante de su erradicación definitiva, se registraron 15 millones de contagios. Se estima que, solo en el siglo XX, la viruela mató a 300 millones de personas.
Muchos gobiernos obligaron a la población a vacunarse. En República Dominicana se promulgó la Ley 4471, en 1956, como marco legal para tratar con esta enfermedad. En su artÃculo 63 establecÃa que â??la vacunación y revacunación contra la viruela son obligatorios para todos los habitantes de la República Dominicanaâ?, diciendo, además, en el artÃculo 65 que â??el padre, la madre o la personaâ? que no se vacunara… â??era responsable de la infracciónâ? de estas disposiciones.
Traemos esto a colación, para llamar la atención a las personas que, obedeciendo a ciertas teorÃas conspirativas, afirman que no se pondrán la vacuna. BastarÃa a las autoridades con hacer valer la Constitución dominicana que se refiere taxativamente en su artÃculo 37 al derecho a la vida, que es el más importante de los derechos fundamentales, pues sin el mismo es imposible garantizar los demás.
Estando el Estado obligado a garantizar el derecho a la vida, hará todo cuanto esté a su alcance para que asà sea. Debe obligar a todas las personas a vacunarse, pues si no lo hace será cómplice de las muertes resultantes. Usted no es libre de decidir no vacunarse porque podrÃa ser encausado por intento de homicidio, en caso de que por su tozudez contagie y mate a otros.