Irrazonable y ofensivo
Los dominicanos hemos desarrollado una habilidad impresionante para poner candado después que nos roban. La tragedia en Azua es el ejemplo perfecto de esa tendencia irrazonable. Como por arte de magia, tras el ‘palo dao’, las soluciones (aunque retóricas) brotan elocuentes y naturales, cual agua de manantial.
El resultado de este comportamiento, materia de estudios psicosociales de nuestra dominicanidad, casi siempre se expresa en tragos amargos. Cada fin de semana, los “teteos” se adueñan de las calles. Las vías y aceras se transforman en discotecas a campo abierto: mesas y sillas por dondequiera, gente fumando, bailando y resolviendo enredos a botellazos, tiros y trompadas. Y todo eso sin que nadie, absolutamente nadie, se atreva a ponerle un “pare” al desenfreno. Son fiestas de “apaga y vámonos”, con bocinas preparadas para enloquecer a humanos civilizados, con música estridente, en pleno vecindario, sin límite de horarios y perturbando la paz del entorno.
Nadie puede con ellos, porque están armados hasta los dientes, con pistolas, machetes, botellas, piedras…con todo. Amos y señores, borrachos, desafiantes y enfurecidos. ¿La Policía? Muy bien, gracias. Sus carros patrulleros también botan el camino real por vereda, porque durante esos días quienes mandan son los poderosos chicos del “teteo”.
Por eso, es risible que Interior y Policía y el Instituto Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre (Intrant) anuncien ahora medidas para resolver lo que debieron hacer antes de los seis muertos y decenas de heridos en Azua. ¿De qué sirven esos anuncios apaga fuego? De nada prácticamente útil para resolver objetivamente un problema. Las normativas están ahí, es sólo cuestión de implementarlas y hacer seguimiento. El efecto de las medidas debe ser automático, no consecuencia de reacciones improvisadas. La sociedad quiere más acción, sin miedos ni complicidades.