El deporte es un vehículo para poder transmitir valores. A través de estos se puede influenciar a una persona con actitudes y conductas. Pero ¿qué son los valores? Una de las definiciones es que son una guía que nos ayudan a conducirnos en la vida, también son una serie de principios por las que se rigen las personas o bien son los que motivan a que una persona actúe de una determinada forma, haciendo esto parte de su sistema de creencias.
La actividad deportiva es un medio donde se promueven estos valores y donde los entrenadores pueden transformar a los pequeños deportistas. La práctica deportiva a temprana edad origina acciones como la socialización, permite la comunicación interpersonal, promueve la cooperación, participación y cohesión de grupo. Es el deporte donde se puede fomentar una convivencia e individualmente enseñar el esfuerzo, la responsabilidad y la perseverancia para alcanzar objetivos.
Lo que acabo de describir es el escenario ideal para desarrollar niños y niñas con principios, no importando el deporte que practiquen, pero ¿qué tanto de esto pasa en la vida real?
Qué pasa cuando el entrenador transmite el mensaje de que se debe ganar no importando los medios. Cuando en lugar de preguntarle al niño cómo le fue en el entreno, la pregunta es cómo han quedado, enfocándose en el resultado y no indagando si disfruta de la actividad o no, o pretender enseñar trabajo en equipo, pero por tal de ganar el juego solo participan con los jugadores más habilidosos relegando a la banca a los que no tienen el nivel.
Como vemos, el escenario no siempre será positivo para todos los actores, es por esto necesario que esta etapa sea de formación y crecimiento y en la medida que estemos involucrados no perdamos el rumbo de lo que queremos enseñar y transmitir.