INQUIETUDES Máximo Aristy Caraballo, cesararistyu@hotmail.com
Todo ser humano conserva de su niñez recuerdos imborrables. En mi caso hay un hecho que se gravo en mi mente con singular significación, y posteriormente ha sido motivo de especial reflexión. Recuerdo cuando en el Higüey de mi infancia, con frecuencia escuchaba un ruido y un bocinazo muy peculiar, que anunciaba el paso de un camión de los pocos que habían para la época. Siempre corría presuroso para leer en voz alta un proverbio del refranero popular, escrito en su parte delantera, que decía: “El sol sale para todos”.
Hoy, al recordar aquellos tiempos y revisar nuestra particular situación como pueblo, entiendo que aquella expresión era y es todavía, un clamor de las grandes mayoría que sienten que el “sol no sale para todos”. Esa denigrante y discriminatoria realidad tiene sus razones explicativas, pero lo que debe llevarnos a conmovernos es observar que quienes orientamos a nuestro pueblo, hacemos muy poco para estrechar la brecha existente entre: “Pocos muy ricos y muchos muy pobres”.
¡Cual será la sentencia de la historia, si seguimos pacientemente ante las aberraciones de una sociedad farisaica que postula y enarbola con cinismo derechos formales y condena al hombre a la más denigrante miseria!
¡Cual será el dictamen de Las presente y futura generaciones si no luchamos para superar nuestras estructuras que son precisamente las que niegan el disfrute de los más elementales derechos humanos. Todos en mayor o en menor medida tenemos al juicio de la historia. Iniciemos acciones para variar ese juicio, y así no resultar culpables por comisión u omisión. Trabajemos sin descanso para provocar y sentir que en verdad “el sol sale para todos”.
