viernes, noviembre 22, 2024
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Algo más que palabras

Actitud contemplativa

Víctor Corcoba Herrero

corcoba@telefonica.net  

Reconozco que me gusta contemplar, en el fondo es mi ocupación natural, olvidarme de mí mismo, perderme por los horizontes celestes y reencontrarme por los abecedarios de la escucha. A poco que fomentemos este poético adiestramiento, sentiremos la necesidad de transformarnos, de ser más cuidadores y mejores caminantes.

Esta atención abraza también la casa común; puesto que todas las formas existenciales están interconectadas, lo que requiere una mayor implicación por parte de todos, aprendiendo a detenernos y a observar para percibir y valorar lo bello. Sin duda, esto es fundamental para entrar en sanación.

Asimismo, nuestra propia Madre Tierra nos pide un cambio de actitud, que seamos mucho más sensibles con la marea silvestre, dejemos de llenar los océanos de plásticos y volvamos al nido natural del verso, que es lo que positivamente nos engendra salud y vida.

Ciertamente, esto ya lo sabemos, que de nuestros ecosistemas depende directamente la salud de nuestro entorno y la de sus moradores, pero tenemos la mente ruda y el corazón empedrado de intereses mundanos. De ahí, lo esencial que es asentar en valor ese rayo de luz creativa, poniéndonos en disposición soñadora, que es lo que en realidad nos cura el alma.

Está claro que somos parte de la inspiración celeste; y, como tal, andamos inmersos en el asombro de vernos y de mirarnos, reconociéndonos como parte del verbo que se ha hecho músculo para transitar por aquí abajo. Partiendo de este acontecer imaginativo se promoverán nuevos hábitos, en consonancia con los saberes ancestrales, y todo será altamente bucólico, para que nuestro estilo de vida tan frío y mercantil sea sostenible, lo que demanda corazón y vigor donante.

Necesitamos, evidentemente, un coraje más respetuoso con el medio ambiente, sobre todo ante el aluvión de crímenes que perturban la biodiversidad, como la deforestación y tantas otras contiendas absurdas, que pueden acelerar el ritmo destructivo.

Lo vital es entrar en acción. Actuar ahora, pasito a pasito, como se dice. Por cierto, el último informe climático de la ONU nos apremia a que intervengamos, si queremos un porvenir saludable y un futuro habitable. La revolución del conciliador cuidado, por consiguiente, nos afecta a todos.

 Hay que corregirse cuanto antes, enmendarse de vicios y vaciarse de personalismos, poner voluntad en la vida fraterna, templar el carácter y desafiar la adversidad, si en verdad queremos reconstruirnos y germinar etéreos como la aurora. Desde luego, es más factible que los cambios transformadores surjan cuando existe espíritu condescendiente, cuando todos cooperan y colaboran en la reducción de los riesgos, y cuando los beneficios y las cargas se comparten de modo ecuánime.

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