sábado, noviembre 23, 2024
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Algo más que palabras

No hay derecho sin deber, al líquido elemento

Víctor Corcoba Herrero

corcoba@telefonica.net     

La nebulosa de interrogantes está ahí, bordeando el planeta y con efectos sociales. No olvidemos que el derecho humano al líquido elemento, esencial para el bienestar del ser vivo, exige de políticas notorias que puedan afrontar esta situación. Desde luego, son vitales para dar una respuesta regenerativa a nuestro propio acontecer diario. Sin embargo, resulta doloroso observar o sufrir en propia carne, que algo que está en el comienzo de todas las cosas, no llegue a las gentes en su níveo concierto bebible, de higiene y saneamiento.

Ahora bien, nuestra lícita petición al agua es igualmente una obligación con la infusión para el desarrollo sostenible, en cuanto a su valoración y conexión con la energía. Tanto es así, que todo se mueve del origen al mar, a la biodiversidad, al clima, con la consabida reducción de riesgo de desastres. Sea como fuere, bajo este espíritu cooperante al que todos hemos de contribuir, con acciones concretas incorporadas a las rutinas diarias, sabiendo que en esta cultura conciliadora es clave la vía universal a la corriente cristalina segura y de calidad.

Además, es público y notorio, que el uso indebido y la mala gestión del naciente, ha intensificado el estrés hídrico, amenazando muchos aspectos de supervivencia que dependen de este recurso transcendental. Nos alegra, por consiguiente, que Naciones Unidas acelere el avance de un acceso universal, tanto de la pura fuente como de depuración. En este sentido, cada Estado está llamado a intervenir, asimismo con instrumentos jurídicos reeducadores.

Por otra parte, cada individuo tiene que cumplir sus responsabilidades hacia toda normativa. Tomar conciencia de esta problemática, nos demanda ser más reflexivos, pues todo precisa convicción y entrega. En cualquier caso, el panorama es sumamente desolador, a juzgar por los datos que recientemente la ONU desvelaba, sobre la afluencia de muertes cada año, por enfermedades atribuidas directamente al agua no apta para el consumo, a un saneamiento inadecuado y a prácticas de higiene deficientes. A esto hay que sumarle, un factor cada día más cruel, la fuerte crecida de ciudadanos que sufren una grave escasez de fluido en su estado natural.

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