PUNTA CANA. El presidente Luis Abinader se juramentó por segunda vez, el viernes último para asumir las riendas de la República Dominicana. En el evento que contó con la asistencia de más de una docena de presidentes y jefes de Gobiernos de América Latina, se destacó la ausencia de las autoridades haitianas, quienes rechazaron la invitación. Tanto el Consejo de Transición (CPT) de Haití, como el primer ministro, Garry Conille decidieron no asistir al importante evento de investidura en tierra dominicana, pese a ser este Estado su vecino más cercano, un país que acoge a millares de haitianos con presencia legal o ilegal.
Durante el Gobierno anterior, el presidente Luis Abinader mantuvo un llamado constante en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), solicitando la intervención de los países para la creación de una estrategia que ayudara al pueblo haitiano a superar la crisis. Como resultado, el Consejo de Seguridad de la ONU, creó una fuerza conjunta liderada por Kenia, con el respaldo de Bahamas, Bangladesh, Barbados, Benín y Chad, con el objetivo de reforzar la fuerza policial haitiana y contribuir a pacificar a Haití. República Dominicana, aunque ha abordado el tema repetidamente, nunca quiso ser parte de esa fuerza, postura que fue bien vista por la población dominicana.
PUNTOS NEURÁLGICOS EN LAS RELACIONES DOMINICO-HAITIANAS
Sin lugar a dudas que una serie de puntos pendientes conforman la agenda de discusión entre haitianos y dominicanos, históricamente divididos. Entre los temas de vital importancia para el diálogo diplomático se encuentran los asuntos migratorios, la seguridad fronteriza y las relaciones comerciales. TEMA MIGRATORIO Este ha sido el tema principal de discusión y por el cual se han generado las principales fricciones diplomáticas. Se estima que en el país viven más de 1,100,000 haitianos, según arroja el X Censo Nacional de Población y Vivienda realizado recientemente. Al cierre del 2023, solo existían 15,360 migrantes haitianos registrados en la Tesorería Nacional de la Seguridad Social, lo que significa que la restante población haitiana residente en el país, recibe atenciones de salud gracias al presupuesto de salud destinado para los dominicanos, acaparando la población haitiana entre RD$10,000 y RD$15,000 millones de pesos, cada año, según declaraciones del director del Seguro Nacional de Salud, Mario Lama.
Bernardo Matías, antropólogo social y cultural, y catedrático universitario, entrevistado en torno a lo que debe ser la postura dominicana frente a Haití, opina que el nuevo Gobierno encabezado por Luis Abinader, debe abordar el problema desde dos perspectivas: histórica y regulatoria. Desde el punto de vista histórico, se ha visto a Haití como una amenaza, priorizando una visión militarista que no ha proporcionado soluciones efectivas. Sostuvo que el militarismo en la zona fronteriza, “constituye una parte funcional de toda la lógica empresarial del tratamiento de las personas que ocurre a nivel de la frontera, en las relaciones entre Haití y la República Dominicana”.
Matías considera que esta perspectiva reafirma la hostilidad, la división entre los dos países, la vacilación y la búsqueda de alternativas erráticas porque no han dado los resultados esperados. Sin embargo, considera que la perspectiva de las oportunidades podría dar paso a la “creación de un mercado más organizado, funcional, fluido y regularizado, con infraestructura moderna que supere la visión de la feria como sinónimo de desorden y desorganización” ,
REGULACIÓN Y CORREDOR ECONÓMICO
Matías también destaca la importancia de regular el trabajo haitiano y establecer un mecanismo de control para los actores empresariales en las áreas agrícolas, en la construcción y en otras que dependan de la mano de obra haitiana en condiciones informales y de tráfico de personas. Según él las repatriaciones se han convertido en un negocio significativo. Aunque algunos abogan por la expulsión masiva de los haitianos, Matías señala que la economía dominicana colapsaría sin la mano de obra haitiana. Considera que la regulación permitiría el “establecimiento de un corredor económico de desarrollo entre diferentes ciudades de ambas naciones, aprovechando sus particularidades para fomentar la economía transfronteriza”. El experto considera que la falta de regulación y políticas migratorias efectivas como un problema fundamental para la República Dominicana, tras destacar que la inserción de los haitianos en la economía dominicana contribuye entre el 5% y el 8% al Producto Interno Bruto.