VERÓN. El cambio climático está pasado factura al Gran Lago Salado de Utah, convirtiéndolo en “un charco en comparación a lo que era antes”, según afirma un nuevo informe publicado en el Salt Lake Tribune.
Si bien en la mayoría de mapas se sigue representando su antiguo esplendor, según el periódico, el lago se ha encogido dramáticamente y ahora mide solo la mitad de su promedio histórico. Utah es uno de los varios estados occidentales de Estados Unidos que sufren condiciones de sequía extrema ligadas al cambio climático y en julio el nivel del agua registró un mínimo histórico.
En el Oeste, hace tiempo que los problemas con el agua forman parte del paisaje político, y en septiembre el representante Blake Moore y el senador Mitt Romney, ambos republicanos de Utah, presentaron una ley para destinar 25 millones de dólares a monitorear el sistema acuífero que nutre el Gran Lago Salado.
“El nivel del agua es el más bajo desde que se tienen registros, lo que conlleva una pérdida del hábitat natural, una reducción de los flujos de agua y problemas en la calidad del aire”, dice Moore en un comunicado de prensa. “Desafortunadamente, los lagos salinos situados en los estados de la Gran Cuenca se están enfrentando a los mismos desafíos”.
El cambio climático es un factor principal para el ritmo al que está desapareciendo el Gran Lago Salado, pero la desviación de los afluentes que desembocan en el lago también ha afectado a su nivel de agua. Como resultado, según el Salt Lake Tribune, la costa queda más expuesta, lo que amenaza a las artemias que viven en lo que queda de lago y a los pájaros que dependen de ellas para alimentarse.