ESTADOS UNIDOS.- El presidente de EE.UU., Joe Biden, ha acudido a Catar y otros de sus aliados en Oriente Medio, Asia y el norte de África para ayudar a la Unión Europea (UE) a aumentar sus reservas de gas natural ante la posibilidad de que Rusia corte el suministro de energía por la crisis en Ucrania.
Biden recibirá el lunes en la Casa Blanca al emir catarí, Tamim bin Hamad al Zani, con quien hablará sobre cómo garantizar la estabilidad de los suministros globales de energía, informó esta semana la Casa Blanca.
El encuentro no es casual y llega después de que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente del Consejo europeo, Charles Michel, conversaran esta semana con el emir catarí para expresarle su deseo de reforzar la alianza energética con ese país, al que consideran un «socio fiable».
Actualmente, Catar es el cuarto mayor proveedor de gas natural de la UE con un 5,2 % de todas las compras de este recurso, por debajo de Argelia (8 %), Noruega (16 %) y muy lejos de Rusia (41%), de quien el bloque comunitario también depende para el abastecimiento de crudo, según datos de Eurostat de 2019.
El gas natural ruso es fundamental para calentar buena parte de los hogares europeos en invierno, así como para la generación de electricidad y la producción industrial.
MIEDO A QUE RUSIA CIERRE EL GRIFO
Varios países europeos, y especialmente Alemania, temen que un conflicto en Ucrania paralice la circulación del gas natural que pasa por ese país y, además, creen que Rusia podría cortar otras vías de abastecimiento a Europa en caso de que Washington y sus aliados impongan sanciones.
Un escenario parecido se produjo en 2006 y 2009 con las llamadas «guerras del gas» en las que desacuerdos entre Rusia y Ucrania -entonces principal paso del gas ruso- provocaron cortes de suministro en parte de Europa.
Esos constantes desacuerdos con Kiev hicieron que Moscú decidiera construir el gasoducto Nord Stream 2 con el objetivo de esquivar a Ucrania y transportar directamente el gas ruso a Alemania por el fondo del mar Báltico.
Aunque la construcción del Nord Stream 2 ha terminado, su futuro es incierto porque el proceso de certificación para que empiece a funcionar está actualmente suspendido y, además, una agresión rusa en Ucrania podría provocar algún tipo de represalia contra el proyecto, como han dejado entrever Washington, la UE y hasta Berlín.