EL SEIBO. “Solo quien ha tenido que verse de frente o de cerca con el cáncer, conoce el sentimiento de agotarse física y emocionalmente por vivir”. El planteamiento es de Rina Mercedes, una mujer seibana sobreviviente de cáncer de mama. Y es que hace varias décadas la provincia de El Seibo tiene la necesidad imperante de un oncológico. En El Seibo, la cara visible de la lucha contra el cáncer la posee la fundación “Un Paso por la Vida”, casi desaparecida, tras agotar todo su esfuerzo por asistir a personas con cáncer.
Aún así, la fundación realiza rifas y otras actividades pro fondos, así como operativos médicos cada cierto tiempo. Con el lema “Dejando huellas de esperanza”, la institución, se fundó el 9 de agosto de 2011, y desde entonces, caminar por los guerreros de la vida, de manera anual, se volvió casi tradicional en esta localidad. Dicha actividad, celebrada hasta 2019, movió a cientos de personas. Por toda la avenida principal de esta localidad, se movilizaron con júbilo y entusiasmo, portando camisetas alusivas, con los fondos recaudados se ayudaba a los pacientes, efectuando un acto al final del recorrido, donde se recordaba a aquellos que no lograron sobrevivir. En la actualidad, la fundación, pretende, en la medida de las posibilidades, poder retomarlas.
HISTORIA
Se define como una institución sin fines de lucro que brinda apoyo sicológico, espiritual, educativo y económico a personas de escasos recursos, diagnosticadas con cáncer. Un Paso Por La Vida, se fundó en esta localidad en la fecha antes mencionada y, actualmente cuenta con 19 miembros activos. Desde su comienzo, 128 pacientes han sido beneficiados. Si bien 83 personas perdieron la batalla, durante todo este trayecto de solidaridad, su finalidad es proveer ayudas mediante donaciones, dependiendo de la disponibilidad financiera de la fundación. a pesar de las dificultades, asiste a 38 pacientes, 12 de zonas rurales, en su mayoría mujeres de distintas edades, mayormente, afectadas por cáncer de mama.
Para noviembre de 2010, dos personas, en las cuales, el cáncer estaba causando estragos en su familia, sintieron la motivación de unir voluntades. El padre Antonio Villavicencio y Argentina Sánchez, quienes tenían a su hermana y madre sufriendo de la terrible enfermedad, se reunieron con otras personas que aún son miembros de la institución, con el fin de ver qué se podía a hacer. Fue así como nace una fundación que ha ayudado a que muchos rescaten sus vidas del cáncer.
En el grupo, había también sobrevivientes y enfermos. Aún estos teniendo posibilidades para los costosos tratamientos, tenían dificultades, con lo cual, decidieron colocarse en zapatos de aquellos que tenían menos recurso. De esa forma, comenzaron a hacer actividades. En febrero de 2012, fueron constituidos como ONG.
En su afán por hacer más liviana la lucha de los pacientes con cáncer, proveen para transporte, medicamentos, tratamientos de quimio y radioterapia, además de alimentos, para lo cual, realizaban unas tres actividades por año. “Cada vez nos llegan más enfermos y lastimosamente también algunos pierden la batalla, como fundación queremos que en esta difícil lucha, estos no se sientan desamparados y cuenten con una mano amiga, que no solo le brinda ayuda económica, sino también psicológica y espiritual”, cita Dionisia Beras, actual presidenta de Un Paso Por La Vida.
UN ONCOLÓGICO REGIONAL
Un Paso por la Vida, siempre ha querido ir por más y en sus esfuerzos, tocando puertas y requiriendo corazones sensibilizados ante la causa, ideó el proyecto del centro oncológico regional “María Guerrero Ríos”, concebido por un grupo de hombres y mujeres, encabezado por el fundador y asesor espiritual el sacerdote Antonio Villavicencio. “La idea nació por gente que ha vivido desde la creación de la fundación. Las necesidades y las dificultades con las cuales se combate cualquier enfermedad catastrófica en nuestro pueblo y sobre todo, en las zonas rurales. El Centro bridaría servicios como diagnósticos, quimio y radio, resonancias, sonografías especializadas, diálisis y otros”, manifiesta Beras. Sin embargo, este es un sueño, que parece estar montado en una utopía.
A pesar de contar con el terreno hace más de una década, no han podido iniciar la construcción del mismo. Quedando así, el mayor anhelo de los pacientes de cáncer, en solo una proyección intangible, con lo cual, curarse, se vuelve más complejo. “Para la fundación es importante obtener ayuda gubernamental o de instituciones, que nos permita brindar una mayor asistencia a nuestros enfermos de cáncer que no cuentan con los recursos para hacer frente a esta terrible enfermedad”, resalta la mujer, quien coincide con Villavicencio, al resaltar que un centro regional beneficiaría a todo el Este, sobre todo a El Seibo donde fue testigo de que hay cáncer de todo tipo.
Afirman que es un proyecto que se lleva muchos recursos y, lo poco que consiguen es para ayudar a los enfermos, por lo cual, solo cuentan con un terreno baldío. Consideran que no importa dónde decidan hacerlo, lo importarse es que lo construyan, ahorrándoles, aunque sea un pasaje a las personas. TESTIMONIOS Dos horas de carretera es el trayecto que debe recorrer un enfermo de cáncer para llegar a la ciudad capital, desde El Seibo. Tremendo viacrucis para quien sale de tomar una quimio. Acudir a varias citas mensuales con un oncólogo, pagar pasajes, alimentos y, si corre con suerte y recursos, ubicar a una persona que le movilice en vehículo privado. Cintia López, de 35 años, es una seibana que, por vivir, asumió la tra