lunes, noviembre 25, 2024
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Victor Cabral relata el proceso para manipular jueces que lo condenaron por caso Cap Cana

SANTO DOMINGO. El reconocido experto internacional y asesor turístico, Víctor Cabral rompió el silencio y relata en un libro las circunstancias en que pasó, de alto funcionario de Cap Cana y el Grupo Abrisa a ser juzgado por abuso de confianza en un sorprendente proceso en que el hasta entonces el muy lento Sistema de Justicia, estableció un récord al llevar el caso, en menos de un año, desde un juez de primera instancia a la Suprema Corte de Justicia, donde finalmente se decidió su suerte en muy pocos días.

El libro titulado “Historia de una infamia. Los Hazoury, la Justicia y yo” fue editado en México, donde su autor trabaja como consultor y asesor turístico de grandes proyectos. Explica que lo escribe como testimonio porque, a pesar de las satisfacciones profesionales y personales de su vida, considera necesario “restituir la verdad de lo acontecido” en su enfrentamiento con los hermanos Hazoury.

Resume las incidencias del juicio preliminar que lo envió a la Corte Penal: el juez descarto 65 pruebas documentales y aceptó 30, y otras 64 las dejó a consideración de la Corte Penal; eliminó la mayoría de los testigos importantes de la defensa, pero aceptó a todos los de Cap Cana. Tampoco aceptó la petición de una nueva auditoría independiente; limitaba a los abogados de la defensa y los renegaba, al tiempo que permitía todas las actuaciones de los abogados acusadores que realmente eran quienes dirigían el juicio. 

Víctor Cabral, primer ministro de Turismo de República Dominicana en los años 1978-1981, en 2002 -invitado por los hermanos Hazoury- dejó su alto cargo en el Fondo Nacional para el Fomento de Turismo en México (Fonatur), para asumir un puesto ejecutivo en el proyecto Cap Cana, que estaba en sus inicios y enfrentaba problemas para arrancar, según el autor “por la falta absoluta de organización empresarial y la concentración de poder y decisiones” en un doctor en medicina sin experiencia alguna en turismo.

ORDENADO UN CAOS

2En 2002, Cabral fue designado director de Operaciones del proyecto Cap Cana, y en 2003 -ocho meses después- se reunió con Ricardo Hazoury para informarle su decisión de renunciar, cansado del “desorden y la improvisación que desprogramaba todo casi a diario, pero también de un estilo personal de manejar el proyecto”.

Cabral dice que Fernando Hazoury le pidió permanecer en Cap Cana como su asesor personal y como tesorero del Consejo de la empresa, dedicado a tiempo parcial; pero los gravísimos problemas financieros de la empresa hicieron que Abraham, Ricardo y Fernando Hazoury le ofrecieran la presidencia ejecutiva… lo aceptó porque tendría total responsabilidad en la dirección, un salario de US$20,000 y otros beneficios. Se creó un Consejo con él y los 3 hermanos, que tomaría las grandes decisiones.

Explica que reorganizó la marcha de Cap Cana, que en el primer trimestre se elevaron las ventas a US$10 millones mensuales y que a la fecha de apertura, en febrero del 2005, las ventas sumaban US$105 millones y se vendieron otros US$35 cuando el proyecto fue inaugurado. Cada hermano, por separado, le expresó su agradecimiento por sacar adelante el proyecto y lograr una apertura exitosa.

CASTIGANDO EL EXITO

Cabral revela que después de esto los Hazoury le propusieron que por su edad -65 años- no debía seguir asumiendo la dura carga de trabajo que exigía la presidencia ejecutiva de Cap Cana, y en marzo de 2005 se aprobó su paso como delegado del Consejo y asesor del Grupo Abrisa, desde el cual podría seguir incidiendo en Cap Cana.

En julio de 2005, en un viaje de trabajo en Estados Unidos, recibió noticias de parte de algunos empleados de que se estaba haciendo una auditoría, de la que no había sido informado. A su regreso conversó con Fernando Hazoury quien le quitó importancia a ese proceso, por lo que tomó sus vacaciones.

Al reincorporarse al trabajo comprobó que la auditoria tenía la finalidad de encontrar elementos que perjudicaran su exitosa gestión en Cap Cana. Se reunió otra vez con Fernando Hazoury, pero éste reaccionó amenazante en un ácido encuentro. El auditor era José Antonio Ovalles, a quien el Instituto de Auditores Internos de la República Dominicana un año después (noviembre del 2006) le pidió públicamente rendir cuentas de las anomalías detectadas en su paso por la presidencia de la entidad; incluso, le imputó haber abultado la matrícula de la entidad para ser electo en el cargo.Cabral relata que nunca más pudo hablar con alguno de los hermanos Hazoury y que el 4 de octubre de ese año (2005) recibió en su casa a un alguacil quien le entregó una querella firmada por Mariano Godina, vicepresidente ejecutivo de Cap Cana, con quien había estado reunido sólo una hora antes.

AUDITOR TRAMPOSO

Según el auditor Ovalles, las acciones irregulares de Cabral que habían puesto en “alto riesgo” a Cap Cana sumaban 517,000 pesos y 15 mil dólares. Cabral explica que esto se habría hecho en un período en que su salario bruto había sumado 6,208,200 pesos, 5 veces más que lo presuntamente malversado, y nada cercano a los millones que gastaba la empresa de la cuenta de donaciones y relaciones públicas, que generalmente eran cheques a nombre de empleados que se hacían efectivo en el banco.

Como ejemplo cita 15 cheques por más de 2 millones de pesos (del 2003 al 2005) canjeados a nombre de un mensajero de apellido Valenzuela. De 2004 al 2005, afirma, de esa cuenta se sacaron $62 millones, el 90% de ellos a nombre de dos “asistentes administrativas, presta nombres”.

Uno de los cheques del expediente contra Cabral, indica, era por 200 mil pesos que se pagaron como avance a una empresa especializada con la que estaba en curso la firma de un contrato para regularizar los cuestionados expedientes de Cap Cana en el CONFOTUR, que estaban creando problemas en el paso de las importaciones por Aduanas.Precisamente, otro cheque de 173 mil pesos fue el pago para agilizar la salida de las aduanas de los bienes importados necesarios para las actividades de apertura de Cap Cana en febrero del 2005; otro de 90 mil pesos como aporte para la fiesta de Navidad del aeropuerto local de Santo Domingo, que entonces administraba AERODOM; también un cheque cuyo dinero se usó para gratificar a los empleados aduanales que procesaron y entregaron en horas un paquete de impresos para la actividad de apertura del proyecto.

Los 15 mil dólares cuestionados fue el aporte de Cap Cana a la celebración de la feria de comercialización (DATE) de ASONAHORES, que se celebró en Santo Domingo ese año y atendía a una solicitud hecha por la Asociación de Hoteles de Santo Domingo. Luego se dijo que el dinero lo recibió Cabral, no el presidente de la entidad.

JUECES AL SERVICIO DEL PODER

Cabral relata como en el juicio preliminar, en la audiencia en el tribunal de Primera Instancia y en la Corte de Apelación, los jueces coartaban y limitaban el tiempo de intervención de sus abogados, manipulaban las preguntas y eran dirigidos sin rubor por el equipo de Cap Cana, que en cambio tenía la venia de los jueces. Incluso, asegura, las actas de las audiencias fueron revisadas y en ellas se eliminaron contenidos fundamentales para apoyar su defensa y esclarecer los hechos.  

El tribunal colegiado de primera instancia finalmente, el 7 de noviembre del 2007, sólo lo encontró culpable del pago de RD$200 mil a la firma contratada, la que realizó los primeros trabajos para poner en orden los expedientes de Cap Cana en CONFOTUR, tramitados irregularmente para obtener los permisos y licencias. No fue suficiente la confirmación de la empresa de haber recibido el pago, el informe de las tareas realizadas y otras que estaban encaminadas. El tribunal alegó causas atenuantes y condenó al acusado a la pena de un año de prisión y al pago de una indemnización de un millón de pesos.

 Una de las pruebas que no llegó a tiempo al tribunal fue la auditoría ordenada por la Corte de Primera Instancia a la firma de auditores de Jorge Luis Núñez, que a pesar de los obstáculos de los Hazoury para entregar información, se logró reunir suficiente información contable para demostrar la inocencia del acusado.

Se apeló la sentencia a la Corte de Apelación, que el 30 de abril de 2008 aumentó la condena a prisión y ordenó a Cabral restituir todos los recursos reclamados por Cap Cana, que sumaron RD$1.4 millones y US$15 mil dólares y una indemnización de RD$3 millones. El 30 de junio de 2008 la Cámara Penal de la Suprema Corte de Justicia declaró inadmisible el recurso de casación. Esta decisión, testimonia Cabral, no consta en los boletines judiciales y fue comunicada a sus abogados el 4 de agosto.

CAMBIANDO NAJAYO

El 24 de septiembre del 2008, Víctor Cabral ingreso a la cárcel de Najayo donde encontró como vecino a Milciades Amaro Guzmán, que lo acogió en su celda, porque la asignada estaba en pésimas condiciones.

Esa noche acordaron trabajar para mejorar algunos aspectos de la prisión. Con los aportes de amigos se reparó el edificio de la clínica, llegaron libros para la biblioteca y se reparó la cocina y el comedor. Se construyeron pequeños cubículos para registrar en privado las mujeres que visitaban los reclusos, y otros detalles que mejoraron las condiciones de ese recinto.

El 5 de noviembre del 2008 –por razones de salud- el juez de ejecución de la pena cambio la prisión a domiciliaria. Esto fue posible por un acuerdo con los Hazoury. Uno de los puntos era su renuncia a la indemnización de $3 millones y valores a pagarles. Otro era mi renuncia a seguir el reclamo de los US$344,672 de prestaciones laborales que un juez había ordenado pagar y estaba en apelación.

QUIÉN ES VICTOR CABRAL

Victor Cabral Amiama nació en Santo Domingo. Especializado en Turismo, hizo diplomados en Atlanta y la Universidad de Cornell, Estados Unidos; también en la Universidad Les Roches, en Crans-Montana, Suiza, y en Hotelería y Turismo en diferentes centros académicos estadounidenses.

Fue el primer secretario de Turismo de la República Dominicana, cargo que ejerció entre 1978 y 1981. Antes trabajó en el país para la Gulf + Western Industries como Presidente de la división hotelera y desarrollo inmobiliario.

Ha sido alto ejecutivo en América Latina y Estados Unidos de cadenas internacionales como Sheraton Corporation, Hoteles Radisson y Camino Real. Fue director adjunto del Fondo Nacional de Fomento para el Turismo de México, país donde reside desde hace más de cuarenta años.

Ingreso a Cap Cana en el 2002 como director de Operaciones, pasando a ocupar la presidencia ejecutiva en 2004 hasta su salida un año después. Actualmente se desempeña como asesor internacional en desarrollo hotelero.