Patricia Pérez
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HIGÜEY. Dos veces el toque de la campana, las esplendidas luces y grandes velones en la Basílica Catedral Nuestra Señora de La Altagracia dio inicio a la apertura de la misa del cuerpo presente del señor Amable Aristy Castro, quien en vida desempeñó distintos cargos políticos, en representación de su amado Higüey.
El llamado “cacique higueyano” falleció el domingo 04 de diciembre. Fue diputado y senador por la provincia La Altagracia por casi 40 años.
Entre el murmullo de las personas se escucharon los gritos de familiares y personalidades a quienes Amable Aristy le extendía las manos en momentos de necesidad. Un ejemplo es ‘los Pintados’, un movimiento de jóvenes quienes expresaban que se encontraban consternados y las palabras que salían de sus pintorescos labios era: “el señor Aristy nunca nos faltó”.
Estos jóvenes destacaban dentro de la multitud por cubrir su cuerpo con pinturas
de color negro y blanco, tachando en su piel “EPD mi Pepe”. Entre la multitud de todos sus seguidores se destacaba un señor José Alberto Rodríguez, el cual no se valía por sus pies, pues está postrado en silla de ruedas. Su vista no alcanza a ver los rayos del sol desde hace un año. Narró que Amable fue como un padre para él, lo conoció a penas a la edad
de 12 años, fue muy devoto de toda su familia y se mostró altamente agradecido.
Cerca del ataúd se encontraba un chico muy triste, con ropa delicada de color gris, llamado Carlos Díaz, el cual entre llantos de sus labios se escucharon grandes palabras al ritmo de los cantos religiosos. Decía que Amable fue como un padre para él, al punto de pagarle dos carreras universitarias y una maestría. Díaz dijo que incluso le costeó candidaturas, las cuales salieron con éxito.
El señor Aristy tuvo un gran protagonismo en la vida de Carlos, desde el año 1998 hasta el presente. Irrumpiendo en llantos, una vez más, dijo “tómame una foto, porque este es el último recuerdo con Amable”.
AMBIENTE
Al recorrer cerca de los grandes arreglos florales que cubrían los extremos de la Basílica, las distintas personalidades les pedían espacio a las personas, pero todos querían dar el último adiós a Amable, especialmente sus hijos, quienes se acercaban a darle el último adiós, mientras la viuda gritaba “ay Amable ya no puedo más”.
Con el pasar de las horas se escuchó la voz del obispo Jesús Castro Marte, destacando que Higüey ha tenido que ver partir a un hijo distinguido. Destacó que la muerte pareciera ser una intrusa en toda esta serie de amor. Al salir de la misa hacia el cementerio se recorrieron tres kilómetros.
Las personalidades caminaban a darle la despedida al sonar de la bocina del Cuerpo de Bomberos de Higüey. A la vez se compaseaban caballistas con
serenidad y con una combinación de camisas blancas, en conjunto con el cielo gris que dibujaba la tristeza en sus rostros.