PUNTA CANA. Se cumplen 63 años de la muerte a balazos de Rafael Leónidas Trujillo, un hecho que significó un parteaguas en la historia dominicana. Este evento marcó un largo camino hacia la consolidación democrática en la República Dominicana. En ese acontecimiento destacan tres valientes hombres de la región Este, que armados de coraje hicieron posible este cambio trascendental, participando activamente en la planificación y ejecución de la muerte del déspota. Fueron ellos: Luis Amiama Tió, Amado García Guerrero y Pedro Livio Cedeño Herrera, de San Pedro de Macorís, La Romana e Higüey, respectivamente.
Fueron parte de un grupo de patriotas que gestaron el momento para acribillar a Trujillo, conformado a su vez por Antonio de la Maza, Antonio Imbert Barrera, Salvador Estrella Sadhalá, Huáscar Tejeda Pimentel, Roberto Pastoriza, Luis Manuel Cáceres (Tunti) y los hermanos Modesto y Juan Tomás Díaz. Su compromiso con la justicia convirtió sus nombres en símbolos de resistencia y esperanzas de libertad ante un pueblo subyugado por el régimen opresor, sangriento y diabólico de Trujillo.
Los tres complotados nacidos en los fértiles campos del Este, son estos: LUIS AMIAMA TIÓ: ESTRATEGA Y VISIONARIO Luis Amiama Tió, nacido el 9 de noviembre de 1914 en San Pedro de Macorís, supo desde temprana edad que su vida estaría sellada por el esfuerzo y la superación. Hijo de Carmela Tió Joubert, una madre dedicada que enfrentó la adversidad con coraje, Amiama se abrió paso en la agricultura y el comercio antes de ingresar a la política.
Su rol como secretario particular de Virgilio Trujillo, hermano del dictador, le otorgó una posición estratégica dentro del régimen. En 1952, Amiama fue designado presidente administrativo del Distrito Nacional, equivalente a la Alcaldía de Santo Domingo. Aunque rechazó posiciones más altas para centrarse en su empresa de transporte, La Cigüeña, su mayor hazaña vendría de su participación en la conspiración para derrocar a Trujillo.
Como parte del plan para matar al “jefe”, a Luis se le encomendó la tarea de asegurar el apoyo del general José René Román Fernández (Pupo), secretario de Estado de las Fuerzas Armadas, con la visión de establecer una Junta Cívico-Militar tras la caída del dictador y organizar elecciones democráticas en 1962. El 30 de mayo de 1961, en una operación audaz, Amiama y sus compañeros llevaron a cabo el asesinato de Trujillo en una emboscada. A pesar de la persecución implacable del Servicio de Inteligencia Militar (SIM), logró evadir la captura y mantenerse oculto en casa de un amigo, durante casi seis meses. Murió en Estados Unidos, el 7 de diciembre de 1980, a los 66 años.
AMADO GARCÍA GUERRERO: EL JOVEN VALIENTE Amado García Guerrero, nacido el 2 de junio de 1931 en La Romana, fue el más joven de los conspiradores. Destacado en el Ejército Nacional, su conocimiento de las rutas y movimientos del dictador lo convirtió en una pieza clave del plan para asesinar a Trujillo. La negativa de Trujillo a permitirle casarse con su novia, Luisa Gil, y la ejecución de su cuñado, ordenada por el mismo dictador, encendieron en García Guerrero un ardiente deseo de justicia.
El 30 de mayo de 1961, García Guerrero estuvo en la primera línea de la emboscada, disparando contra Trujillo y su chofer. La represalia llegó apenas dos días después, el 2 de junio, cuando fue localizado en la casa de una tía, la señora América Pereyra García. Amado pelió hasta el último suspiro contra los temibles agentes del SIM, quienes lo ubicaron en la casa número 59 de la avenida San Martín, en la capital. Su muerte ocurrió el mismo día de su cumpleaños, pero su sacrificio resuena por siempre como un acto heroico en la lucha por la libertad.
PEDRO LIVIO CEDEÑO: EL CAPITÁN REBELDE Pedro Livio Cedeño Herrera nació el 4 de mayo de 1912, en Higüey, mostró desde joven una inclinación por las ciencias militares, formándose en los Estados Unidos. A pesar de ocupar imp o r t a n t e s funciones en la Administración Pública, Pedro Livio demostró su descontento con el gobierno de Trujillo y su simpatía por aquellos que se oponían a su régimen sangriento y despótico. Junto a su amigo Huáscar Tejeda, mostró su solidaridad llevando comida a los presos del Movimiento 14 de Junio, evidenciando su espíritu humanitario y su valentía para desafiar al régimen opresivo.
El 30 de mayo de 1961, su participación en la emboscada a Trujillo fue determinante. Aunque resultó gravemente herido, logró sobrevivir inicialmque el sátrapa concentrara su interés en la zona. De hecho, aquí tenía uno de sus más vastos ordeños de toda el área oriental. Como explican algunos analistas del régimen trujillista, el dictador más sangriento de El Caribe hizo del Estado dominicano su gran empresa, de ahí que todo aquel que tenía caballos, ganado, criaba cerdos, gallinas o cualquier animal o ave que dejara algún tipo de beneficio, era de su propiedad, según narra el profesor Juan Bosch en su libro Trujillo, causa de una tiranía sin ejemplo, explica claramente como procedió este personaje para convertirse en el dueño del país Cuentan nuestros abuelos y ancianos que cuando Trujillo llegaba en su brioso caballo por cualquier comunidad rural, muchos padres mandaban a esconder a sus hijas adolescentes para evitar ser abusadas sexualmente.
Otros, en cambio, y para granjearse los favores del jefe, exhibían a sus hijas en lugares públicos para despertar el interés de este. Una de las anécdotas de sobrevivientes del régimen da cuenta de que en una ocasión pasó Trujillo con su acostumbrada escolta por la propiedad de un señor y alcanzó a ver un hermoso ejemplar caballar y le dijo al dueño “que caballo más bonito ¿quién es el dueño?” ante lo que el propietario del animal contestó: “Usted mi jefe. Ese caballo es suyo, lléveselo”. Todavía queda en la memoria de la gente del Este, especialmente de los ancianos seibanos e higüeyanos, el recuerdo de los hallazgos de personas muertas en los guayabales, de las cuales nadie podía hablar, ni decir que vieron los cuerpos, sopena de ser apresados, torturados o desaparecidos también. Era tan fuerte la represión que nadie podía hablar, y mucho menos llorar a sus familiares muertos o desaparecidos por el régimen.
FÉLIX WENCESLAO (EL JINETE DEL DIABLO) “Félix Bernardino”, como era conocido el llamado fundador de los “Jinetes del Este”, era un hacendado que muchos destacan como exitoso, pero implacablemente racista, y con un aura oscura que ha quedado en la memoria de muchos. Como brazo operador de Trujillo, Bernardino fue acusado públicamente del asesinato del seibano Amable Dalmasí, pero también se le atribuye el asesinato del sindicalista Mauricio Báez, del secuestro y posterior asesinato de Jesús de Galindez y otros adversarios al régimen. Bernardino es descrito por muchos como un hombre implacable contra los opositores al régimen trujillista, un asesino despiadado, a quien todos temían en el Este, tierras por las que se paseaba.
Este personaje vivía en el llamado Chalet ubicado en la comunidad de Santa Rita, próximo al Cruce de Pavón, en la carretera Seibo-Higüey, detrás de cuya vivienda, supuestamente, cometía sus tropelías contra sus indefensas víctimas. La vieja edificación aún existe, pero como una paradoja de la vida, está ocupada por haitianos, grupo étnico que este azotó durante su vida. Algunos narran que detrás de esa edificación eran sepultados los cuerpos de algunos infortunados. Sin embargo, aún el Estado dominicano no ha realizado una investigación que pueda rescatar esa memoria histórica que se mantiene viva en el Este, especialmente en aquellas personas que aún viven y que pasan de los 80 años.ente gracias a la intervención médica oportuna.
Sin embargo, el 18 de noviembre de 1961 fue asesinado bajo órdenes de Ramfis Trujillo, hijo del tirano. La valentía de Pedro Livio, quien soportó torturas sin delatar a sus compañeros, lo consagra como un mártir de la lucha por la liberación del pueblo dominicano. Luis Amiama Tió, Amado García Guerrero y Pedro Livio Cedeño Herrera no sólo contribuyeron a poner fin a la dictadura de Trujillo, sino que también sembraron las semillas de una democracia que florecería en los años siguientes. Sus historias, entrelazadas con la lucha por la libertad, continúan inspirando a generaciones en la República Dominicana y más allá.
EL TRUJILLATO EN EL ESTE DEL PAÍS El Este fue una de las zonas que más sufrió con la dictadura trujillista. Así lo cuentan los que aún sobreviven a esos años de horror y oprobio. Su principal punto de operación en el Este fue la provincia de El Seibo, y desde aquí también Trujillo ejerció su dominio. Siendo la provincia de El Seibo, una de las más desarrolladas para la época de Trujillo, era lógico