EL SEIBO. (Jeni Polanco y Dayana Acosta/Especial para El Tiempo) Lechón asado, un moro de gandules, una ensalada rusa, pasteles en hojas, lasaña, dulces y frutas navideñas son algunos de los platos que adornarán la mesa este próximo día 24, donde familiares, amigos, vecinos y demás allegados celebran la Nochebuena.
Sin embargo, preparar todos esos manjares conlleva todo un proceso de ajetreo, previo al gran encuentro familiar, que no siempre se da entre todos los miembros de una familia, ni en alegría y festejo, ni se consiguen los recursos que conlleva una cena elaborada con más de cinco platos. El festejo varía de acuerdo a las circunstancias de cada entorno familiar. Indistintamente, munícipes de las provincias del Este, relatan qué harán y con quiénes pasarán el 24 de diciembre.
MALABARES, VEJEZ Y TRADICIÓN
Juana Mercedes, de 62 años, residente en la provincia de El Seibo, cuenta que cada Nochebuena cumple fielmente con la rutina de trasladarse desde su hogar, en el centro de la ciudad, hasta la comunidad de Las Cuchillas, a una media hora de distancia, para acompañar a sus ancianos padres y no dejarlos pasar estas festividades solos, ya que nadie más que ella comparte este tiempo con sus progenitores.
Entre satisfacción y un poco de desencanto, porque ningún otro miembro de la familia se une, especifica que, entre ella y sus padres, preparan apenas algunos víveres que tengan en casa para acompañarlos con la cena que algunos vecinos cercanos siempre les pasan en Nochebuena.
Ella lamenta que el resto de los familiares no haga acto de presencia, cuando todavía tienen la oportunidad de ver con vida a quienes le dieron la vida. Mercedes, dijo que se queda en casa de sus padres hasta el feriado de Día de Reyes y, así evita que pasen solos estas fechas. Agregó que cada vez los integrantes de la familia disponen de menos tiempo para estar con sus seres amados.
“Ya es una costumbre que la pasemos los tres. No hay fuerza, ni motivación para hacer un banquete, pero cenamos porque algunos vecinos y familiares nos pasan la cena”, describió Mercedes.
Pero, ella no es la única que hace “malabares” para poder tener una celebración especial en familia. María González, reside en el Distrito Municipal Verón-Punta Cana junto a su esposo y sus tres hijos, relata los sacrificios que hacen para tener una cena que permita crear tradición y que sus vástagos puedan replicar y recordar.
“Mi esposo y yo trabajamos algunas horas más para conseguir ese dinerito extra y poder hacer la cena de Nochebuena, cerdo asado, morito de guandules y ensalada. A eso súmale que hay que comprarles su pinta a los niños”, relató González.
REGRESO DE LOS RESIDENTES EN EL EXTRANJERO
Muchos dominicanos esperan cada Navidad para reunirse con sus familiares directos que viven en el extranjero, ya sea Estados Unidos, Puerto Rico o en Europa, pero por muy ansiados que sean estos días para la reunión familiar, no todos tienen la misma suerte. Es el caso de Marielis Pérez, de 24 años, quien tiene a su madre y la mayoría de sus hermanos y sobrinos viviendo en el exterior del país.
Para Pérez la planificación de la cena de Nochebuena no incurre en mucho vaivén, ni afanes, puesto que, quien prepara los alimentos es una tía suya, donde se reúnen miembros de la familia, a la cual la joven se une. Explicó que preparar la cena y coordinar los ingredientes y a hacer mandados son aspectos de su preocupación.
“Al no tener a mi familia aquí, me uno a los festejos en casa de una tía. Prepararé algunos platos en mi casa para acompañarlos con los que ella haga, y ahí compartimos entre primos, sobrinos y tíos. Es lo que nos toca a quienes no tenemos a familiares directos con nosotros”, resaltó Pérez.