Punta Cana, RD. El joven Jeison Adonis Castillo falleció a los 26 años tras una valiente lucha contra el cáncer pulmonar. Antes de su fallecimiento, compartió su conmovedora historia, destacando su sorprendente fortaleza y optimismo inquebrantable frente a la enfermedad.
Desde que recibió el diagnóstico de un sarcoma sinovial con metástasis en los pulmones (fase 4), su perspectiva sobre la vida cambió por completo. Aprendió a valorar cada momento y se apoyó en su fe y en el cariño de sus seres queridos. Antes de conocer su diagnóstico, disfrutó de una infancia cómoda, rodeado de tecnología y juguetes de alta calidad.
Al recibir la noticia que transformó su vida, Jeison expresó con firmeza: «Vamos a tirar para adelante, he pasado cosas peores que el cáncer». Sin embargo, admitió que en ese momento no comprendió plenamente la magnitud del desafío que enfrentaría.
El tratamiento obligó a Jeison a realizar cambios significativos en su vida diaria. Actividades que solía disfrutar, como jugar baloncesto y salir con amigos, quedaron relegadas debido a los efectos del tratamiento. «Lo más difícil fue depender de otros para cosas tan básicas como caminar o bañarme», confió en sus últimos días.
El apoyo de su familia fue incondicional, aunque reconoció que su círculo de amigos se redujo considerablemente. A pesar de la adversidad, mantuvo una actitud positiva, destacando la importancia de la alegría y la sonrisa, incluso en los días más oscuros. «Mis hijos fueron el motor que me impulsó a seguir luchando», afirmó.
Jeison también destacó la experiencia positiva con el sistema de salud, donde forjó un vínculo especial con sus médicos. A pesar de los retos emocionales, como pasar tres meses sin salir de casa, encontró consuelo en su fe y en el amor de su familia.
A lo largo de su enfermedad, tuvo que detener sus estudios universitarios, pero mantuvo la esperanza de retomarlos. «Ahora, solo pienso en recuperar mi salud y trabajar en mis metas», aseguró con determinación.
Recordó momentos especialmente difíciles, como cuando tuvo que ser conectado a un tanque de oxígeno para poder respirar. «No podía dormir en la cama; pasé tres días sentado, sin descansar adecuadamente», recordó. La falta de apetito lo llevó a perder 40 libras, debilitándolo considerablemente.
La situación se volvió tan abrumadora que Jeison sintió que ya no podía más. «Le pedí a mi suegra, quien me cuidaba, que orara por mí porque no aguantaba más», confesó. Tras días de insomnio, encontró alivio al dormir en un sillón reclinable, logrando descansar apenas una o dos horas por noche. Poco a poco, su condición comenzó a mejorar y, después de 18 días de dificultades, finalmente pudo volver a acostarse en la cama.
A pesar de los retos, Jeison experimentó una mejoría en su respiración y comenzó a salir nuevamente, aunque seguía dependiendo del oxígeno para ayudar a su sistema respiratorio.
Con un mensaje lleno de esperanza, Jeison alentó a otros jóvenes que atravesaron situaciones similares: «Aférrense a Dios, todo saldrá bien». Su historia queda como un testimonio de la resiliencia humana y la importancia de la esperanza en tiempos de incertidumbre.