HIGÜEY. La comunidad del sector Antonio Guzmán, que cruza la avenida Juan XXIII, está alarmada por la falta de asistencia de la Policía Municipal y de los agentes de la Dirección General de Seguridad de Tránsito y Transporte Terrestre (Digesett), especialmente durante los horarios de entrada y salida escolar en el Centro Educativo San Antonio de Padua Fe y Alegría.
De lunes a viernes, entre las 7:15 de la mañana y las 12:00 del mediodía y en las tardes, de 1:30 a 5:45, los niños deben enfrentarse al peligro de cruzar una de las avenidas más transitadas de la zona sin protección ni supervisión vial. La falta de atención de las autoridades ha generado inquietud entre los residentes, que temen por la seguridad de los estudiantes y por posibles accidentes en esta vía.
Los comunitarios han solicitado a las autoridades reforzar la vigilancia y garantizar la seguridad de los menores durante su trayecto escolar. Padres, vecinos y maestros denuncian que los niños deben esperar largos periodos bajo el sol, aguardando que los vehículos y motocicletas les permitan cruzar. Rashel Isabel, una niña de 9 años que estudia en el centro, relató: “A veces, July, el gomero, se para en la calle para ayudarnos a cruzar, pero otras veces tenemos que esperar mucho”. La situación ha generado gran preocupación en la comunidad. “Es angustiante ver a los niños tratando de cruzar sin protección.
Todos los días estamos con el corazón en la mano”, expresó Karla, dueña de un colmado cercano. Ramona Constanzo, maestra de educación inicial, compartió su inquietud: “El tráfico en la avenida Juan XXIII es constante, y los niños están en peligro cada vez que intentan cruzar. Como educadores, debemos exigir una solución antes de que ocurra un accidente”.
Vecinos y padres del sector han solicitado en varias ocasiones la presencia de las autoridades para regular el tránsito en esos horarios, pero no han recibido respuesta satisfactoria. “No es justo que los niños estén en riesgo. Estamos pidiendo una solución antes de que sea demasiado tarde”, dijo Fausto, otro residente preocupado. “Es fundamental que nuestros hijos se sientan protegidos en su entorno escolar”, añadió Carolina, madre de una niña de cuarto curso.
Los padres planean llevar su inquietud a las autoridades locales, buscando soluciones como la reinstauración de patrullas escolares y programas de seguridad. La comunidad escolar ha decidido presentar una petición formal para que se asigne un oficial de policía escolar que garantice la seguridad de los estudiantes. Con esta acción, esperan que la situación cambie y que los niños puedan cruzar la calle con mayor tranquilidad.