VERÓN. Las intoxicaciones por bebidas adulteradas y que han llevado a la muerte a cientos de personas, es una practica recurrente que año tras año no se ha detenido en la República Dominicana, pese a los constantes anuncios y promesas de las autoridades de poner «mano dura» para frenar esta situación.
De acuerdo a las estadísticas del Ministerio de Salud Pública, en el país se presentaron brotes de intoxicación por metanol en diciembre 2017, cuando se intoxicaron 41 personas (letalidad de 29 %) y diciembre de 2019, cuatro intoxicaciones (letalidad de 50 %).
Justamente en abril pero del año pasado y apenas en los inicios de la pandemia, cuando además se habían endurecido las medidas restrictivas para evitar la propagación del Covid, se investigó un brote que involucró casi el 50 % de las provincias. Se identificaron 369 casos, incluidas 227 (62 %) defunciones, de los cuales, 323 (88 %) eran hombres, de mediana edad, 45 años (rango:7-82).
En noviembre, ocurrió un brote en Santo Domingo Este, nueve hombres intoxicados (letalidad 56 %) tras consumir bebida adulterada adquirida al detalle en un negocio de la comunidad.
¿Qué pasó ahora?
Salud Pública reportó ayer un total de 26 muertos y al menos 90 intoxicados, en un período de seis días, por la ingesta de bebidas alcohólicas de fabricación casera adulteradas con altos niveles de metanol.
Ante las muertes por intoxicaciones por metanol, el Ministerio de Salud Pública actualizó este lunes la alerta epidemiológica y pidió a la población abstenerse de ingerir bebidas alcohólicas de producción clandestina.
Nuevamente, entidades como el Ministerio de Salud Pública y Proconsumidor han prometido redoblar «sus esfuerzos» para detectar y sancionar a quienes incurren en esta recurrente practica de ofrecer y consumir bebidas alcoholicas adulteradas.
Antes de este nuevo brote, un venezolano de nombre Armando Medina, hace cuatro meses quedó en estado grave tras ingerir una bebida alcohólica adulterada.
El joven resultó intoxicado al ingerir bebida alcohólica adulterada durante un viaje desde Santo Domingo a la Isla Saona.
Todas estas situaciones reflejan que las instituciones involucradas han tenido una fiscalización «débil» en comunidades y centros de expendio de bebidas, para evitar brotes tan recurrente en el país.
