El inicio de cada año escolar, que debería ser motivo de emoción y esperanza, se ha convertido en fuente de angustia para miles de familias dominicanas. A medida que los estudiantes se preparan para regresar a las aulas, los padres enfrentan una escena que les quita el sueño y drena su estabilidad económica: el alarmante aumento en los precios de los útiles escolares.
Este año, el costo de los materiales educativos alcanzó niveles insostenibles para muchas familias. El impacto real de estas alzas se siente en los hogares, donde padres y madres se ven obligados a sacrificar necesidades básicas para cumplir con las exigencias de la educación de sus hijos. Hay padres que enfrentan el rompecabezas de comprar útiles para tres hijos o más en diferentes niveles escolares. Con un presupuesto constreñido, se preguntan cómo podrán asumir estos gastos sin endeudarse o privar a sus familias de otros bienes esenciales.
Pero el aumento de precios no es la única preocupación para los padres. En muchos pueblos, la falta de cupos en las escuelas es otro gran dolor de cabeza. Esta escasez genera más presión sobre los padres, quienes deben buscar alternativas en colegios privados o en localidades más lejanas, lo que implica un gasto adicional en transporte y cuotas escolares. La educación es la base sobre la cual se construye el futuro de un país. Si permitimos que estas limitaciones se conviertan en una barrera insuperable, estaremos negando a nuestros hijos la oportunidad de desarrollarse y contribuir a la sociedad.
