Punta Cana, RD.- En una sociedad abierta, con vocación democrática, a nadie ha de extrañar que ante cualquier anuncio, proyecto, propuesta o planteamiento del Gobierno surja un mar de opiniones diversas, unas coincidentes y otras que naturalmente se contraponen.
Antes de que el mundo se digitalizara era más difícil medir hasta qué punto los consumidores de información se interesaban en opinar, tras ser impactados por hechos de gran valor noticioso difundidos por los medios de comunicación.
Pero hoy no es ayer. El mundo cambió y actualmente las redes sociales le confieren a los receptores de información un rol más activo o proactivo, como ocurre con mucha frecuencia, frente a situaciones que de alguna forma afectan su diario vivir.
Cuando alguien quiere dejar ver su punto de vista sobre un tema de debate nacional, local, regional o internacional, simplemente postea uno o varios párrafos con valor semántico suficiente como para expresar su aprobación, disgusto o proponer ideas distintas a lo discutido.
Las sociedades dijeron así un adiós que luce definitivo al monopolio de la información que desde siempre mantuvieron los medios tradicionales, los cuales reducían drásticamente las posibilidades de participación e interacción de los destinatarios frente a sus mensajes.
Esto explica que la gente hoy día diga, contradiga, argumente y proponga. La sociedad decidió ser parte de los procesos de cambio. Y por eso se involucra y exige, pero ahora desde una dinámica más inclusiva, alejada del papel pasivo que la condenaba a ser víctima de toda clase de manipulación.