La falta de equipamientos de nuestros hospitales sigue siendo una tarea pendiente. Cada día, somos testigos involuntarios de historias que describen las deficiencias de nuestro sistema sanitario, y las penurias que sobre todo afrontan los usuarios de escasos recursos económicos.
En la zona Este los episodios de este tipo son tan abundantes y recurrentes. Hospitales tan importantes para la región, como el Antonio Musa de San Pedro de Macorís, sirven de ejemplo para explicar las precariedades de estos centros.
Aunque es un hospital del tercer nivel de atención, el Antonio Musa tiene más de una década sometido a un proceso de remozamiento, mientras aumenta considerablemente la demanda de sus servicios, en todos los pueblos del Este.
Ese hospital tampoco tiene ambulancias y el ascensor nunca funciona, lo que obliga a que los pacientes sean trasladados en camillas o sillas de ruedas usando las escaleras.
Todo esto, aparte de las quejas de los pacientes por falta de insumos y otras carencias que se evidencian en un servicio de muy mala calidad.
Pero el tema de la ambulancia no es exclusivo del Antonio Musa. El hospital Leopoldo Martínez, en Hato Mayor, tampoco cuenta con este servicio tan vital para las emergencias médicas.
La muerte del joven Wasnel Díaz, de 26 años, fue consecuencia directa de la ausencia del servicio de ambulancias en ese centro de salud. Este joven sufrió un accidente que lo dejó muy mal herido.
Pero lo que acabó finalmente con la vida de ese paciente, fue el tiempo transcurrido previo a ser trasladado en una ambulancia privada, que por tres mil pesos tuvieron que rentar sus parientes.
Una realidad penosa y lamentable.