El miércoles de esta semana concluye el Décimo Censo Nacional de Población y Vivienda, que tiene por objetivo recabar datos que permitan ejecutar políticas públicas orientadas a mejorar la calidad de vida de los dominicanos.
Desde antes de comenzar, esta jornada fue sometida a una intensa campaña de descrédito por quienes se definen defensores de la patria, en nombre de la cual incitaron al pueblo
dominicano a no abrir las puertas de sus hogares a los empadronadores.
Este comportamiento reprochable no pudo, sin embargo, detener esta iniciativa coordinada por la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE).
Ningún Estado del mundo podría saber cómo tomar decisiones oportunas en aras de resolver problemas puntuales, si no sabe cómo viven y qué necesitan sus ciudadanos.
Y eso es lo que precisamente se determina a través del censo, saber cuál es la situación
actual de los dominicanos en aspectos fundamentales para sus vidas, como la alimentación, salud, educación, empleo, pobreza y otras variables socioeconómicas.
Por suerte, la población de hoy tiene mayores posibilidades de estar mejor informada y tener acceso al conocimiento. Y esto le cierra el camino a quienes insisten en manipular la verdad con discursos y posturas forrados de ambigüedades, mentiras e incongruencias.
Por esta razón, el pretendido boicot al censo fue todo un fracaso.
El Estado dominicano no puede detener su agenda y vivir de espaldas a la realidad que vive el mundo actual, donde no es posible garantizar el bienestar de la gente sin contar con datos precisos, confiables y representativos.
