PUNTA CANA, RD. En su mandato, el presidente Luis Abinader ha reafirmado su compromiso contra la corrupción administrativa con voluntad y coherencia incuestionables.
Sus acciones enérgicas, como la separación de cargos de funcionarios implicados en acusaciones serias, son testimonios de su determinación.
Recientemente, la destitución del director ejecutivo de Promipyme y la suspensión de la titular del Acuario Nacional, ambos señalados por presuntas irregularidades en sus respectivas funciones, evidencian su enfoque firme en la erradicación de la corrupción en la esfera gubernamental.
De igual forma, la decisión de permitir a la Dirección General de Contrataciones Públicas investigar la adjudicación del proyecto para mejorar el sistema de semáforos de la capital, es otra muestra fehaciente de su compromiso con la transparencia en la esfera gubernamental.
Estas acciones, sin embargo, no ocurren en un vacío político. Se desarrollan en un contexto sensible y complejo, en medio de una tensa atmósfera político-electoral que atraviesa su partido, el Revolucionario Moderno (PRM).
A pesar de la agitación y posibles repercusiones que puedan generar estas medidas, el presidente Abinader sigue adelante en su propósito de combatir la corrupción y la impunidad en Re pública Dominicana.
Es indudable que su postura puede generar controversias, pero es justo reconocer su valentía en este arduo y desafiante camino.
En un entorno político don de los intereses se entrelazan, la firmeza de Abinader de enfrentar a los malos servidores públicos, es digna de reconocimiento.
La lucha contra la corrupción es un esfuerzo constante que re quiere no sólo medidas drásticas, sino también el apoyo continuo de la población.
