La gestión emocional en el alto rendimiento
Recientemente fue noticia la reacción del piloto de Fórmula 1, el británico Lewis Hamilton, al perder el campeonato contra su rival Max Verstappen. Se rumoró que dejaba las competencias.
En otro caso el jugador del Sevilla F.C. Jules Kounde propinó un pelotazo en el rostro a su rival Jordi Alba, provocando su expulsión del partido, un juego bastante importante que de ganarlo el Sevilla lo ponía a 3 puntos del líder Real Madrid y aumentando sus posibilidades de robarle el liderato y posiblemente ganar el torneo.
Estos casos solo son un ejemplo de que las emociones mal gestionadas nos pueden llevar a tomar decisiones en momentos importantes, que pueden repercutir de mala manera en mí y en el equipo. Como deportista es necesario conocer cómo funciona mi mente y cómo influye en momentos de alta tensión y también cómo puede convertir estas emociones en aliadas al momento de competir.
Para ir al grano, es necesario saber que toda decisión que tomamos precede de una de emoción. Si bien como humanos tenemos el neocórtex que nos diferencia de otros mamíferos, ya que es el área relacionada con el lenguaje, creatividad y nuestra capacidad de razonamiento lógico, pero ¿a qué se debe que la emoción gana?
De acuerdo con la evolución de las especies, la parte límbica donde se desarrollan las emociones tiene alrededor de 200 millones de años, mientras que el neocórtex solo 100 mil años. En pocas palabras, podemos decir que la parte que toma decisiones es mucho más joven que el área límbica, por eso es por lo que nuestro comportamiento es diferente si estamos tristes o alegres. En los deportes se deben tomar decisiones en segundos y es necesario saber regular estas emociones, saber que me puedo enojar durante un partido o puedo estar altamente excitado y tener técnicas para conducir estas emociones a un mejor desempeño.