Diciembre no es el fin del mundo
Aunque parezca que sí, no lo es. Hablemos de lo obvio. En República Dominicana el mes de diciembre es el más movido y por obvias razones, las personas empleadas reciben el doble sueldo, hay bonos, caen esos pesitos de ese negocio que llevaba tiempo dando vueltas, incluso muchas empresas buscan adelantar pagos o gastos, con tal de que el presupuesto del año entrante no sea reducido.
Sabiendo esto, he notado como al existir abundancia de recursos (en muchos casos) la mente que debería tomar decisiones racionales, se le escapa un poquito la información de que siempre quedará un mañana. Recuerdo lo que hice con mi primer sueldo “real” me compré unos libros, no cualquieras, unas ediciones de colección que llevaba tiempo anhelando. Ahora sustituya esa compra mía por cualquier cosa que quiera y agréguele la emoción de las fiestas de Navidad, una combinación no muy buena.
Me llamó mucho la atención la cantidad de dinero que culturalmente hemos sido programados para gastar: ropa nueva, cenas, fiestas, regalos, angelitos de trabajo y todo lo que aparezca en el medio. A veces, los jóvenes nos dejamos llevar por emociones que no cuadran con los montos de la cuenta o las monedas del bolsillo, para eso tengo unas recomendaciones breves.
Invierte solo en aquello que vas a usar en repetidas ocasiones: si nos ponemos a pensar cuántas horas debemos trabajar para comprarnos algo, parecerá técnica de gente tacaña, pero salva muchas veces de compras impulsivas, en resumen, si la ropa que comprarás es de brillitos y solo la usarás para diciembre, te conviene invertir en piezas que se adapten a lo que usas en lo cotidiano.
Por más lindo que parezca, vivir del cuento no siempre es posible: cuando empezamos a asumir responsabilidades de adultos, entendemos por fin que el dinero para sostenernos debe llegar de alguna fuente, no cae del cielo (aunque eso quisiera yo), así que debemos ser precavidos con las facturas que se acumulan para pagar y saber que no se pagan solas y sobre todo que a quien le debemos no es el malo del cuento.
Ahorra lo que puedas: enero es largo y sería difícil llegar a ese mes con una olla prolongada ¿no? Entonces aprovecha la “abundancia” de estos días para guardar una cantidad de dinero que te ayude a sobrevivir los largos días de enero, notarás la diferencia.