Es hora de que como sociedad hagamos un alto, un paro reflexivo que comience desde el hogar y termine en las instituciones competentes con esmero del Estado. No es posible que los casos de violencia sigan su curso vertiginoso en una sociedad que perdió el asombro, dejándose corroer por el morbo de los casos de feminicidios en los medios. ¿Será que no se toma en cuenta el daño producido en un hogar manchado por una tragedia que aniquila a los dos pilares de esa casa?