VERÓN. El compost es un proceso natural en el que intervienen bacterias, hongos, ácaros, bicho bola o chanchitos de tierra, escarabajos, lombrices, entre otros participantes de este hermoso acto transformador. Se da en el suelo vivo, en los bosques y en los campos, pero también puede desarrollarse en un departamento de una ciudad con millones de habitantes. ¡Sí! Es posible hacerlo sin estar en el campo.
Para hacer compost, tenemos que colocarle a la compostera desechos secos (hojas secas, ramas, fósforos, cáscaras de maní, papel, cartón) y desechos húmedos (cáscaras de frutas y verduras, yerba, té, café, restos de poda, etc.).
1.Necesitaremos un compostador donde hacer crecer nuestro compost casero, un recipiente adecuado en el que ir añadiendo la materia prima que, poco a poco, se convertirá en compost. Este recipiente lo podemos comprar o, mejor todavía, construir uno propio reciclando y dando una segunda vida a objetos que ya han cumplido su labor inicial como, por ejemplo, tiestos viejos, palets de obra, cajas de fruta de madera, etc.
2. Nuestra mezcla de compost casero va a ir creciendo a partir de diferentes tipos de materias primas: cáscaras de huevo, peladuras de frutas y de verduras, pieles de patatas, ramitas, paja fresca, hierba húmeda, posos de café… La clave está en combinar el azúcar, la celulosa y el nitrógeno de los diferentes desechos orgánicos con el fin de preparar ese abono orgánico que, en esencia, es el compost casero.
3. El riesgo más importante de preparar compost casero es que los desechos se pudran y no consigamos nada más que una masa informe y pestilente. Evitaremos ese riesgo de dos formas: Intercalando en capas alternas los desechos húmedos y secos. Ventilando periódicamente nuestra masa de compost.
Para preparar:
Como te decíamos antes, el compostador es, simplemente, la caja o recipiente en la que iremos añadiendo las distintas capas de desechos que formarán nuestro compost casero. Realmente puedes utilizar y reciclar casi cualquier cosa: una caja de madera, una base de tablones de obra, un tiesto o jardinera grande que ya no uses… Cualquier recipiente te servirá siempre y cuando no esté en contacto directo con el suelo.
De esta forma, si utilizas un tiesto o una caja de plástico, realiza unos agujeritos en la base y coloca una primera capa de tierra y una segunda de materiales secos como paja, restos de ramas de poda, serrín, etc. Estas primeras capas secas evitarán que el fondo de tu compostador se pudra y estropee la mezcla.
Paso 2. Añadir los desechos orgánicos Algo que tienes que tener muy claro y transmitir a los niños y niñas de la casa es que el compostador no es un cubo de basura, sino un recipiente que luego servirá para enriquecer la tierra de nuestro huerto urbano o de las plantas de nuestras macetas.
En este contenedor añadiremos por capas diferentes productos o desechos, como peladuras de verduras y frutas, ramitas y hojas secas de los setos o plantas que hayamos podado, posos de café, cáscaras de huevo, etc. Los expertos recomiendan que vayamos intercalando capas de diferentes productos húmedos o verdes y secos, así conseguiremos ese equilibrio óptimo que necesita un compost casero de calidad.
Paso 3. Regar el compost casero Nuestro abono orgánico casero necesita cierto grado de humedad para poder ir formándose ese fertilizante artesanal que enriquecerá nuestros cultivos ecológicos. Así, es necesario que la reguemos de vez en cuando sin encharcar el contenedor, pero procurando que la humedad penetre en las diferentes capas que hemos ido añadiendo a nuestra caja de compost.
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