A juzgar por los últimos acontecimientos, todo apunta a que la campaña para las elecciones del 2024 comenzará más temprano de lo esperado. Con su discurso frontal del pasado lunes, el ex presidente Leonel Fernández puso la chispa que encendió el ambiente político partidario, que durante el primer año del presente gobierno estuvo prácticamente aletargado.
Para el día de hoy, se espera que la clase política acuda al diálogo para discutir las doce reformas planteadas por el presidente Luis Abinader. Para el Gobierno, lo importante ahora es trabajar en el desarrollo de una agenda de trasformación institucional postergada durante décadas. Desde el inicio de su gestión, Abinader se ha mostrado como un presidente conciliador y concertador, capaz de escuchar y ponderar sugerencias, sin importar el sector de donde provengan.
Su actitud explica el interés de que esas reformas sean el resultado de un gran acuerdo nacional. Las invitaciones a diálogos con las fuerzas vivas de la nación siempre han sido conflictivas, porque no todos los convocados tienen las mismas intenciones y disposición frente a los temas que se plantean.
Y lo peor, en un escenario donde debería prevalecer el espíritu de colaboración en defensa de los intereses nacionales, los participantes suelen hacerle la vida imposible al Gobierno, contradiciendo, boicoteando o simplemente dejando de asistir a los encuentros programados para las discusiones.
Ninguna agrupación política escapa a estas críticas, porque en algún momento todas han incurrido en semejantes actuaciones. Así las cosas, mientras el Gobierno se empeña en modernizar y hacer más eficiente el Estado dominicano, los partidos están más enfocados en montar estrategias para conquistar el poder en los comicios del 2024. Lo que se espera es que, al final, cada sector aporte en el objetivo común de construir una sociedad más justa, organizada y de bienestar para todos.