VERÓN. La hipertensión arterial (HTA) es uno de los motivos de consulta más frecuentes en Atención Primaria (AP). Es en el ámbito de la AP donde se realiza el cribado de la hipertensión arterial, su diagnóstico, la intervención terapéutica y el seguimiento.
Existe numerosa evidencia en estudios aleatorios y controlados que muestran que la reducción de la presión arterial (PA) mediante tratamiento farmacológico disminuye los episodios mortales y no mortales, incluyendo accidente cerebrovascular (ACV), infarto de miocardio, insuficiencia cardíaca y, en menor medida, insuficiencia renal.
A continuación, algunas recomendaciones que debes tomar en cuenta:
Abandone el tabaco
Es el principal enemigo que hay que batir. Como afirma el doctor Julián Segura, presidente de la Sociedad Española de Hipertensión (SEH-Lelha), «cuando hablamos de los factores de riesgo cardiovascular, uno más uno generalmente suelen ser más de dos; es decir, cuantos más factores se acumulen, peor. Y en este sentido, que los fumadores abandonen el hábito del tabaco es clave, ya que la diferencia entre un hipertenso fumador y otro que no fuma es tremenda».
Rebaje el consumo de sal
Para la Sociedad Española de Cardiología (SEC), la sal es «una droga». Y no solo por los efectos perjudiciales que provoca en nuestra salud, sino también por la alta capacidad adictiva que posee, que algunos estudios comparan con la que tienen los opiáceos o la cocaína. Esa alta capacidad adictiva explicaría por qué cada español consume, de media, entre diez y doce gramos de sal al día, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda no superar los cinco gramos.
El alcohol, ni probarlo
Es una evidencia: el consumo de alcohol aumenta las tasas de mortalidad por enfermedades hepáticas, cardiopatías y accidentes cerebrovasculares. Pero sin llegar a tanto, el alcohol también aumenta la presión arterial. Y si ese aumento de la tensión ya resulta peligroso entre los que tienen unas cifras normales de presión arterial, entre los hipertensos es una bomba de relojería que puede estallar en cualquier instante.
Practique deporte
El deporte es una vía excelente para combatir la hipertensión. Al realizar ejercicio físico se produce un bombeo de sangre hacia los músculos que los hace más eficientes, por lo que el corazón no se ve obligado a bombear con tanta fuerza.
El deporte, sea el que sea, también dilata los vasos sanguíneos, por lo que al tener un mayor diámetro la presión es menor. Los deportes de resistencia son los más recomendables para reducir la hipertensión arterial, pero han de practicarse de forma regular y continua; es decir, más de tres veces a la semana durante una hora y sin parar bruscamente.
Baje de peso
La incidencia de la hipertensión en las personas obesas es de dos a tres veces superior que entre las que tienen un peso normal. Pero la buena noticia es que perder peso es mucho más efectivo para rebajar la tensión arterial que cualquier otra medida antihipertensiva que uno pueda desarrollar. Perder diez kilos de peso hace que la tensión sistólica (la alta) baje cerca de dos puntos; por ejemplo, de 140 a 120 mmHG.
El mecanismo fisiopatológico que relaciona peso y presión sanguínea es aún desconocido (de hecho, no se sabe a ciencia cierta cuál es el motivo por el que se produce la hipertensión), pero sí se sabe que el peso es uno de los factores que aumenta la presión sanguínea en el 95% de los casos.
El colesterol, a raya
La última de las principales causas de hipertensión es el colesterol. Esta sustancia grasa, al acumularse en las arterias, impide la normal circulación del flujo sanguíneo, lo que puede propiciar la aparición de hipertensión. De hecho, la población hipertensa suele presentar niveles más elevados de colesterol LDL (el ‘malo’) y menores de HDL (el ‘bueno’) que la población con cifras normales de presión arterial.
Valores de tensión arterial por encima de 140/90 mmHg y colesterol total que superen los 190 mg (cuando el LDL, el ‘malo’ supera los 115) son considerados como factores de riesgo que interactúan entre sí para la aparición de enfermedades cardiovasculares como isquemia o ateroesclerosis.
Fundación del Corazón