lunes, noviembre 25, 2024
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Muerte de Santrich: silencio de Colombia y Venezuela

COLOMBIA. Aunque este martes se conoció la muerte del jefe guerrillero alias ‘Jesus Santrich’ y su confirmación provino de las disidencias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc), en un comunicado, los gobiernos de Colombia y de Venezuela han mantenido silencio al respecto. 

De igual forma, se han tejido varias versiones sobre lo ocurrido, pero es tal el «hermetismo» que a este miércoles no se pueda dar por cierta ninguna.

Como se conoció en horas de la tarde del pasado 18 de mayo, el ministro de Defensa colombiano, Diego Molano, afirmó que la  “información de inteligencia señala que en presuntos enfrentamientos ocurridos ayer en Venezuela habría muerto alias ‘Santrich’ y otros delincuentes». El ministro también añadió que aún era materia de investigación.

Del mimo modo y en consecuencia de las malas relaciones bilaterales entre Colombia y Venezuela, el presidente venezolano Nicolás Maduro, ni su gobierno han emitido ninguna declaración oficial.

Y como consecuencia de las malas relaciones bilaterales entre ambos países ha sido casi imposible verificar la información y que el Gobierno Colombiano pueda hacer la identificación de los cuerpos y con ello la confirmación de la muerte de Jesus Santrich.

Otro pronunciamiento oficial fue el director de la ONG venezolana Fundaredes, Javier Tarazona, quien confirmó la muerte del Jesús Santrich diciendo que «la muerte del guerrillero fue producto de una confrontación entre diferentes grupos del crimen organizado que delinquen en la Serranía del Perijá, del lado venezolano. 

Del mismo modo, se conoció un comunicado en la página web administrada por las Farc, antes del proceso de paz, que ahora se presume que es administrada por las disidencias de esta guerrilla, la muerte del dirigente asegurando que fue “en la Serranía del Perijá, zona binacional fronteriza, entre El Chalet y la vereda Los Laureles”, por “comandos colombianos por orden directa” del presidente Duque que atacaron “con fuego de fusilería y explosiones de granadas” la camioneta en que se movilizaba, que tras asegurarse que había muerto “le cercenaron el dedo meñique de su mano izquierda”, siendo luego “extraídos en un helicóptero de color amarillo rumbo a Colombia”.