martes, noviembre 26, 2024
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Punta Cana, una milla más

PUNTA CANA. (Marino Berigüete/Especial para El Tiempo). Imaginamos Punta Cana: sol, arena y mar. Pero es más que eso. He descubierto en los últimos días, una ciudad distinta, al caminar por el Boulevard por su calle Gri Gri, los Lirios, Samán y terminar leyendo poesía en el parque los Jazmines.

El turismo es de los sectores de la economía de los más afectados, cuando entre a la etapa post covid, tendrá que cambiar y adecuarse a los nuevos retos. Con un pequeño impulso se podría descubrir que nuestra región tiene mucho más que ofrecer a nivel cultural.

En estos días de ocio vi la película The Fabulous Baker Boys, Jeff Bridges interpreta a Jack Baker, un talentoso pianista que para sobrevivir hace duetos con su hermano en hoteles de lujo para turistas. En sus noches libres despunta su amor por el jazz, una sensibilidad que le sirve para enamorar a una espléndida Michelle Pfeiffer. En esas noches toca junto a buenos músicos en pequeños bares especializados.

Claro, el jazz es consumido por muy pocos, las canciones famosas tocadas con simpleza junto a su hermano gustan a todos. El ejemplo de Jack, lo viví hace unos años en Punta Cana. Conocí un domingo en la mañana al violinista polaco Ryszard Olejniczak, en la casa de Banex. Esa mañana el sol tenía la fuerza del verano, y el mar producía con sus olas un efecto de tranquilidad.

Olejniezk sacó de su estuche negro un hermoso violín y se puso a interpretar con la fuerza de un dios salido del mar la pieza musical del concierto de Aranjuez, escrito por Joaquín Rodrigo, pero no estábamos frente al inmenso jardín de la residencia real española de Villa Aranjuez. Estábamos frente a un mar, en el Caribe cubierto de mil colores que acompañaban la voz del violín.

REALIDAD

La película que vi, The Fabulous Baker Boys estaba pasando aquí, no era en España ni en Paris, o en algún palco del mundo. Era un encuentro de amigos con el pensionado violinista, que con su sonrisa recordaba los escenarios que pasaron por sus ojos. Movía la vara empuñada sobre las cuerdas encima sobre el puente del violín y reía.

Podría estar pasando en algún hotel de Punta Cana. Todos los grandes hoteles tienen músicos talentosos tocando grandes éxitos para un público masivo y complaciente. Pero quizás están tocando en sus casas, sin que nadie lo descubra. Pintores, poetas, escritores. Una ciudad de artistas encubierta por la falta de un espacio que permita que cada noche se reúnan.

La diferencia es que a ese hipotético músico local le costaría encontrar un lugar para juntarse con otros músicos de su nivel e improvisar notas en una jam session. Tanto en la música como en las artes plásticas o el teatro, hay un nivel que solo es para unos pocos.

Al gran público el arte le llega digerido. Sin embargo, son esos pocos los que impulsan la verdadera cultura. Los que marcan las tendencias, los que elevan el promedio, los que nos hacen soñar y pasar una buena velada entre amigos.

TURISTAS

Todos los años llegan a Punta Cana más de tres millones de visitantes, la mitad de ellos son mayores de 36 años. Más de tres cuartas partes provienen de América del Norte y Europa. Todos ellos pertenecen al estrato social medio o alto. Es razonable pensar que un gran porcentaje de ellos tienen otras inquietudes más allá de las playas y las fiestas de los hoteles. Es razonable pensar también que muchos de ellos tienen talentos que estarían dispuestos a compartir.

¿Por qué no construir un espacio cultural en Punta Cana para aglutinar ese talento? Hay que ofrecer, en esta etapa de la vida post covid, al turista algo más que la masiva oferta de la hotelería ‘all inclusive’, para reír más y disfrutar las artes en la rutina del vivir.

El encerramiento por la pandemia, nos ha enseñado que debemos trabajar menos y cultivarnos un poco más en el interior a una generación de adultos. Me cuesta entender que no se haya intentado algo así todavía.

Un centro cultural bien gestionado podría ser el lugar perfecto para reunir a los artistas residentes con visitantes con inquietudes. Un lugar de encuentro potenciado de nuevas ofertas de turismo. En poco tiempo se transformaría en un lugar referencial que convocaría a todos los artistas, pintores, escultores, músicos, actores, fotógrafos, bailarines y poetas de la zona y del mundo.

Se podría incluir también un espacio que sirva de museo o centro de interpretación de Punta Cana, que a pesar de tener una historia corta no deja de ser atractiva para cualquier turista curioso. Un centro así tardaría muy poco tiempo en transformarse en un lugar único en el Caribe. Sería apoyado por mucha gente y también por empresas que apuesten por un progreso que no sea solamente económico.

Porque como bien sabemos, para un pueblo no hay inversión más rentable que la inversión en cultura. Punta Cana tiene toda la fuerza, la historia y la referencia mundial para seguir siendo el hogar de los artistas. De hecho, ha sido hogar de Julio Iglesia y Oscar de la Renta. Estamos a tiempo.