lunes, noviembre 25, 2024
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El Infierno de Dante en abril del coronavirus

Marino Beriguete

Especial para El Tiempo

PUNTA CANA. En las noches, sentado frente a la ventana, me pregunto si algún humano, sería capaz de hacer algo así: Reducir la población mundial con un virus.

Lo que estamos viviendo en cada rincón del mundo, supera la imaginación, cada minuto, cada hora, cada día, el contagio aumenta exponencialmente, es como si fuera un juego de billar en una mesa, donde la bola blanca con su fuerza, se dispersa en la mesa.

Los escenarios que estamos mirando se corren como cortina y me asombro al leer que lo que está pasando, pero lo extraño es que esa realidad que vivimos hoy—ha estado en nuestros propios ojos—desde hace tiempo.

Marino Beriguete.

En  diciembre del 2019 fui a un viaje familiar, planificado por mi hija. La verdad que me sorprendió —ella—, gratamente, había planificado un viaje a Portugal en una línea aérea desconocida para mí y un hospedaje que nunca se me había ocurrido.

Tenía una curiosidad por conocer ese país, desde que leí “El año de la muerte” de Ricardo Reis, en ese libro pude recorrer los cafés, las calles, los puentes, los parques de Lisboa, a través de las palabras de José Saramago, donde me narra la vida de Fernando Pessoa, ambos nacido en la ciudad del Tajo.

Después de recorrer Portugal fuimos a una comunidad que quedaba a una hora  en tren y luego en vehículo a media hora a la ciudad de Sintra. Fuimos a la Quinta da Regaleira. Me llamó la atención una escalera espiral de nueve círculos que baja a un mundo subterráneo donde habitan los murciélagos, considerado como símbolo de la inmortalidad por ser un animal nocturno. Al salir compré un libro que describía el pozo de la iniciación de los masónicos de esa época y que había sido construido  una copia fiel a la que evoca en el libro de la  comedia de Dante.

Mientras me alejaba del castillo, pensé volver a leer a Dante, me preguntaba hasta dónde un libro puede influir en un hombre ilustrado como el millonario Carvalho Monteiro, para que hiciera el Infierno de Dante en sus jardines. Desde ese tiempo me quedé con la curiosidad y el deseo de releer el poema de endecasílabo de Dante, pero nunca sacaba tiempo para hacerlo, con el tiempo se me había olvidado, hasta que caí en la cuarentena, y el primer libro que empecé a leer fue a Dante y en la medida que iba entrando a cada uno de los círculos, de los nueve que tiene el libro, empecé a ver que la ficción se me estaba acercando a la realidad.

Al terminarlo, busqué dentro de los libros viejos la novela de Dan Brown “El Inferno” donde basa sus argumentos narrativos, usando como un hilo  conductor un laberinto tomado de un cuadro de Alexandro Botticelli, un pintor del renacimiento que representó el infierno como una peste, que fue contratado por Lorenzo de Médici, para realizar una pintura que representara el infierno del poeta italiano, Dante Alighieri, de su libro “La Divina Comedia”, pero la novela de Brown, describe a un millonario—excéntrico— Bertrand Zobrist, que   hastiado de una sociedad indolente,  que está dejando el mundo morir, y la madre naturaleza, al borde de desaparecer,  hace una propuesta de reducir la población,  a la Organización Mundial de la Salud (OMS), financiarlo con él,  y está lo toma como un millonario desquiciado.

No serán esas teorías que escucho y leo en estos días, me preguntó, mientras releo el libro, El  Inferno de Brown.

¿Reducir la población mundial?

Cómo se le puede ocurrir semejante idea a una persona, reducir su propia raza, alegando que la tierra está cansada,  acaso la naturaleza reclama un poco de compasión al mayor — hombre—, destructor de la madre naturaleza, así lo veía el millonario, y decide,  junto con su novia, llevar a cabo con sus propias manos y dinero, jugar a ser Dios y  en reducir la población mundial con un virus letal en el centro de Europa.  Y buscan una de las ciudades más visitadas por turistas, con el fin de que se pueda propagar por el mundo y las sociedades, vivan su propio infierno, y se produzcan  muertes masivas.

Aquí es cuando la ficción y el imaginario de las sociedades, busca una respuesta a lo que estamos pasando hoy. Era de noche y no quería dejar el libro, pero no hago caso a mi curiosidad de lector, pero ese día al leer el periódico El País, me encuentro  que mi actor favorito, Tom Hanks y su esposa había dado positivo al coronavirus, recordé que la novela de Dan Brown, el Infierno de Dante,  fue llevada al cine luego, y que Hanks, había sido el actor principal, que tenía visiones de ver la sociedad destruirse por un virus. Me puse a ver la película, en la medida que la veía me parecía que estaba leyendo las redes sociales y las páginas de los diarios de hoy. Encontré en la película los ojos de la muerte, la lucha de la sociedad alejada de principios y de disciplina social, incapaz de obedecer un mandato de quedarse en su casa por causa de una pandemia. La película se estaba convirtiendo en una realidad, la estábamos viviendo en pleno siglo XXI, El Infierno de Dante.

Qué tanto un escritor puede convertir su ficción con el tiempo en realidad. Eso no lo vamos a saber. Pero prefiero dejar a ustedes que busquen ambos libros, mientras tanto prefiero terminar como concluye la obra de Dante:

“Aquí fuerza faltó a la fantasía,

Pero mi voluntad tras de sus huellas,

Rueda del engranaje, ya movía

Amor que mueve al sol y las estrellas”