sábado, noviembre 23, 2024
InicioEditorialEditorial: Comunicación gubernamental efectiva

Editorial: Comunicación gubernamental efectiva

Punta Cana.- La comunicación en el ámbito gubernamental ha sido, desde tiempos inmemoriales, materia de profundos análisis inspirados en su aplicabilidad y en las estrategias que deben regirlas en función de los intereses y planes de acción de la clase política en el poder. Joseph Goebbels, padre de la propaganda nazi y responsable del Ministerio de Educación Popular y Propaganda, creado por Adolf Hitler a su llegada al poder en Alemania, en el 1933, legó a la comunicación gubernamental once principios básicos sustentados en su experiencia al servicio del dictador.

Uno de estos preceptos figura, con algunas ligeras variantes, entre los más aplicados por gobiernos de todo el mundo. Goebbels decía que toda propaganda debe ser popular, y adaptar su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. â??Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizarâ?. Así entendía Goebbels, ampliamente reconocido como gran estratega de la propaganda política, la importancia capital que representa para un Gobierno saber comunicar aspectos vinculados a su gestión.

Lo â??popularâ?, visto en este contexto, no debe asumirse en el marco teórico que define la praxis de la comunicación política populista, sino como la conveniencia de crear mensajes de fácil entendimiento e interpretación, y que por vía de consecuencia redunden en favor del consenso y la gobernabilidad. Dicho de otro modo, los mensajes emitidos desde el Gobierno deben ser entendibles hasta para el ciudadano de escasa formación académica. Y han de ser cónsonos con los propósitos fundamentales de quienes detentan y ejercen el poder político desde las esferas del Gobierno Central.

Gran parte de las distorsiones de la comunicacional gubernamental derivan de que no siempre los mensajes difundidos logran impactar en la gente y obtener resultados preconcebidos. Esta debilidad debería plantear la necesidad de pensar la comunicación del Gobierno como un instrumento de socialización prácticamente efectivo. Una Administración Pública carente de estas habilidades para comunicar lo que hace, por qué lo hace, y cómo y a quién benefician sus acciones, podría ser condenado al fracaso irremediable y a crisis severas de legitimidad.