EDITORIAL / La revolución educativa debe continuar

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Desde antes de iniciar su primera gestión de Gobierno, el presidente Danilo Medina hablaba de un concepto hasta entonces solo debatido en foros y conversatorios académicos, pero sin un proyecto concreto para llevarlo al terreno eminentemente práctico.

Al asumir las riendas del Estado, en agosto del 2012, Danilo buscó el acompañamiento de técnicos dentro del sector educativo, con quienes socializó sus planes de impulsar un proceso de reformas que coloque a República Dominicana en condiciones de competir con otros países de la región.

Al menos esa era la idea. Y comenzó con elevar la partida presupuestaria contemplada para el sector educativo, llevándola al 4 por ciento que tantas marchas y debates suscitó en el seno de la población.

Los maestros respiraron también nuevos aires, porque su sueldo de miseria se convirtió en la envidia de otros profesionales, que incluso comenzaron a ver el magisterio como una buena opción para mejorar sus condiciones de vida.

Consciente de que esta revolución educativa debe ir más allá de buenos salarios y modernos centros educativos, el Gobierno continúa fortaleciendo y transformando el viejo esquema y filosofía institucional que primaron durante décadas en el ámbito educativo nacional.

Y como era de esperarse, las autoridades educativas pensaron que era menester cambiar también malas prácticas que se arraigaron en el sector educativo, y que contribuyeron considerablemente con su estancamiento.

Una de estas prácticas era el nombramiento de profesores sin los méritos profesionales ni académicos suficientes para ocupar cargos de dirección y toma de decisiones dentro del sistema educativo.

Este desorden cobró tal fuerza que se institucionalizó, y frustró la motivación de muchos docentes a elevar su condición académica para ganar espacio sobre la base de la disciplina y el sacrificio.

Afortunadamente, en agosto de este año fue dada la Orden Departamental 04-2016, que reglamenta el sistema de concurso de oposición para seleccionar directores regionales y distritales, técnicos docentes (nacionales, regionales y distritales), profesionales expertos para las direcciones nacionales y coordinadores pedagógicos de centros educativos.

Esta disposición está basada en lo dispuesto por el Estatuto Docente, que establece que el ingreso a la carrera docente, sea cual fuere la clasificación, cargo o categoría, se efectuará mediante concursos de oposición.

Estas nuevas tendencias que rigen los sistemas educativos más avanzados del mundo, y que sirvieron de inspiración para esta revolución educativa puesta en marcha por el Gobierno, deben imponerse por encima de comportamientos rancios y megalómanos.

Ahora, el docente que quiera dirigir debe capacitarse para competir.