Antonio Cedeño (Macho) / antoniocedano@hotmail.com
Y su rapidez impidió que viéramos su vestimenta. Los militares en traje de faenas se movilizaban presurosos por diferentes pasillos interiores conduciendo los presos que les eran requeridos por los torturadores, que a su vez, fungían de investigadores.
Un hombre mestizo de piel cobriza, vistiendo un traje azul marino, llevando bajo el brazo varios portafolios, se dirigió al lugar donde según mis presunciones estaba Ramfis, era Lolito Tejada, Fiscal del Distrito Nacional, quien a la sazón era otro miembro del Servicio de Inteligencia Militar,-S.I.M- con grado académico.
En el gobierno de Trujillo el Tribunal de primera instancia, que conocía los asuntos penales , civiles y comerciales, estaba compuesto por un militar de alto grado y los juzgados de paz, por un juez civil y un militar que fungía de fiscalizador , que conocía de los asuntos policiales y de las leyes especiales atribuidas a ese tribunal, siempre era un cabo o sargento de la policía militar, Ramón Hernández Calcaño, R.H C, padre de Nilda e Iris, – nombres que le diera a un bar de su propiedad, mucho tiempo después, vino a Higüey, donde murió a los cien años, colmado de afectos, como sargento Fiscalizador, del Juzgado de Paz,- que aunque decía policía nacional, estaba bajo el mando de la Secretaria de las Fuerzas Armadas.
Pude notar el ajetreo y el nerviosismo existente en grado extremo, pues no se nos tomaba en cuenta. Me acerqué a la verja del pasillo contiguo oeste, donde junto con su tío Lico y nuevos prisioneros, se encontrara mi primo Conrado Herrera, inclinándome un poco hacia adelante, después de hacerles señas con la mano derecha logré que se acercara. ¿Cuándo viniste? Es el saludo habitual de los presos. Fui hecho prisionero ayer en la mañana -respondió-.