Nacido el 23 de junio de 1958, en Hato Mayor de El Rey, Marcelino Vega es un símbolo del periodismo dominicano, quien vivió y murió consagrado al mejor oficio del mundo, como merecidamente lo bautizó el eterno Gabriel García Márquez. Marcelino Vega vivió su infancia en Villa Canto, una barriada hatomayorense.
Inició sus estudios universitarios en la Universidad Central del Este (UCE) y luego pasó a la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Aunque inicialmente se inclinó hacia la agronomía, finalmente se matriculó en Ciencias de la Comunicación, mención Periodismo, en la UASD. Era un periodista ejemplar, entregado a su trabajo, que realizaba con pasión.
SUS ORÍGENES
Su padre era un comerciante de Cambita Garabito, San Cristóbal, de nombre Manuel Antonio Vega de la Rosa (Tupito), mientras que su madre era Marina Peguero Mejía, proveniente de la comunidad agrícola de El Cercadito, sección Manchado, en Hato Mayor del Rey. Justamente ejerciendo la carrera que amó hasta el último suspiro, Marcelino fue ultimado por una bala directa al corazón, disparada por un agente de la Policía Nacional, mientras cubría una protesta en el Ayuntamiento del Distrito Nacional, el 7 de abril de 1981.
En ese mismo trágico episodio, también perdió la vida Jesús Ciprián Valdez, conocido como «El Canillita», un repartidor de periódicos. En su honor, el Colegio Dominicano de Periodistas (CDP) creó un movimiento para mantener viva su esencia de trabajo y pensamiento progresista. Esa corriente suma a millares de periodistas a nivel nacional. En el Monumento a los Mártires de la Prensa, en el sector de La Feria, una efigie lleva el nombre del reportero Marcelino Vega.
También, en el barrio en el que creció, en la ciudad de Hato Mayor, una calle fue inaugurada con su nombre. De igual manera, uno de los clubes más destacados de esa ciudad fue nombrado Marcelino Vega. Hoy, a 43 años de su muerte, destacamos como un orgullo de la región Este a un periodista de fina pluma que, enfocado en su trabajo social, perdió la vida en una mañana oscura de abril. Aunque su partida enluta aún a toda la sociedad dominicana, su nombre y memoria son luz que ilumina y un referente nacional del buen hacer. Es la imagen de un periodista ejemplar que traspasó el umbral de la historia.